Leo en los periódicos que la legislatura Picapiedra se acaba porque Pedro y Pablo no han podido, no han querido o no han sabido ponerse de acuerdo para formar un gobierno, aunque nada sabemos de las artimañas de Wilma y Betty a favor o en contra de esa opción. La consecuencia es que habrá nuevas elecciones en junio y que algunos partidos tienen que escoger de nuevo a sus candidatos. Entre éstos, CDC.
No sabía que en CDC se daban las primarias. Pero cuentan los periódicos que Francesc Homs se enfrentará a Silvia Requena por ver cuál de los dos se convierte en la cabeza de la lista de los parlamentarios convergentes. Pero también he leído que uno de cada cuatro militantes de CDC no podrá escoger entre el que fuera portavoz del gobierno de la Generalidad de Cataluña y la que es profesora de Ética en una facultad de Derecho. ¿Por qué no? Básicamente, porque no paga las cuotas que corresponden a los militantes del partido. En números redondos, 8.000 militantes de CDC no pagan y presumen de carné de CDC. Un 25% de su militancia. Tela.
Poderoso caballero.
El caso de CDC no es, ni mucho menos, único. Coincide la epidemia de elecciones primarias debidas al efecto Picapiedra con la renovación de la presidencia de la Asamblea Nacional Catalana, una organización política procesionista. Parece que la lucha por el poder es enconada y que vuelan los cuchillos y silban las balas en los pasillos, pero no quería hablar de eso. Hace un año, la organización presumía de tener más de 40.000 militantes y otros 40.000 simpatizantes que pagaban unas cuotas y tal. Hoy sólo podrán votar 34.000 (en números redondos) porque muchos militantes y simpatizantes decidieron darse de baja no pagando la cuota y se estima que la tasa de morosos entre esos 34.000 socios es tanto o más alta que la de CDC.
La tasa de morosidad no es una exclusiva del procesionismo catalán. No. ¡Ni mucho menos! Es una epidemia de la política y los movimientos sociales españoles. Partidos políticos, sindicatos y grupos semejantes lo viven cada día. De hecho, algunas de estas organizaciones no pueden subsistir sin subvenciones o ayudas más o menos encubiertas.
Ser militante de un partido puede salir muy barato, si no se paga.
CCOO, UGT, CSIF y USO, los cuatro sindicatos más importantes en España, han perdido más de 580.000 afiliados entre 2009 y 2015. Entre 2011 y hoy mismo, el PSOE ha perdido 40.000 militantes (en su mayor parte, por falta de pago). Una de las estrategias para intentar retenerlos fue rebajar la cuota, que paso de 140 a 60 euros al año. Ni así. UPyD cobraba 240 euros al año y ya ven qué ha sido de ella.
El PP presume de no haber perdido afiliados, pero aquí hay trampa, porque al militante que deja de pagar la cuota lo cuentan como simpatizante y a la hora de sumar afiliados no distinguen una cosa de la otra. Algunas voces dicen que estos últimos cuatro años el PP podría haber perdido más de 50.000 militantes (los que pagan), que habrían pasado a engrosar la cifra de simpatizantes (que no pagan). Algunos especialistas sostienen que la proporción de militantes se habría reducido a la mitad (sic) desde que comenzó la crisis. Y eso que el PP es el partido más barato y sale a 20 euros al año.
A bote pronto y sin ánimo de sentar cátedra, a ojo, una cuarta parte de los afiliados a los partidos políticos, sindicatos, organizaciones políticas o empresariales y demás es morosa. Uno de cada cuatro afiliados no paga, punto. No importa que sea el partido de izquierdas o de derechas, de rancio abolengo o de nueva creación: el problema de los afiliados que no pagan es universal.
Hay que ahorrar. ¿Por qué ser militante si puedo ser simpatizante?
Por eso tiene tanto éxito la figura del simpatizante, que te permite mostrar tu apoyo a una idea o ideología gratuitamente, sin compromiso alguno. Además, uno puede ser simpatizante del PP y de Podemos, simultáneamente y sin despeinarse, por poner un ejemplo. Por eso, fíate tú de los simpatizantes. Según las encuestas demoscópicas, una cuarta parte de los simpatizantes de un partido político ¡votan a otro partido cuando hay elecciones! No sólo no pagan, sino que votan al adversario. ¡Para llevarse las manos a la cabeza!
Fíate tú de tus socios. Con afiliados así, ya me dirás a dónde vamos.
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