Es lamentable comprobar el nivel que alcanzan la corrupción y las malas maneras en nuestra política. Esta vez, los señalados son dos peces gordos, que deberían defendernos (ellos, precisamente ellos), de esa corrupción y esas malas maneras de las que estamos hablando.
El señor ministro Fernández.
Aquí lo tienen consultando a su ángel de la guardia.
Uno es el ministro de Interior, Fernández, o Fernández Díaz, para no confundirlo con otro Fernández cualquiera. El señor Fernández es un tipo muy curioso y además es del PP, pero no es curioso por ser del PP, sino por razones propias. Ha otorgado condecoraciones de la policía a algunas vírgenes de yeso sin que éstas hayan intervenido directamente en la resolución de ningún crimen y ha declarado públicamente que tiene un ángel de la guardia que le ayuda a encontrar una plaza de aparcamiento para su coche. Esto último suele considerarse milagroso, lo de encontrar sitio para aparcar, pero no es recomendable que un ministro vaya presumiendo por ahí de sus diálogos con su ángel de la guardia, no fueran a tomárselo en serio y acabase sus días tomando pastillas y visitando al psiquiatra.
El señor De Alfonso, director de la OAC.
Pone cara de malas pulgas, ¿verdad?
El otro es el director de la Oficina Antifraude de Cataluña (OAC), escogido por tres quintos del Parlamento de Catalunya y votado por todos los partidos de la cámara excepto ERC y la CUP. Propuesto por el señor Mas en su época de amiguito del alma del PP, cumplió con lo que se le pedía. ¡En efecto! El señor De Alfonso ha dado pocos motivos para poder sospechar de su neutralidad y solvencia. Sus trabajadores no lo piensan así y los hechos parecen darle la razón. Sólo hay que ver qué piensan de él sus subordinados (los que me escriben, al menos) y qué cargos ha nombrado a dedo en la OAC. Que hay mal ambiente ahí dentro se sabe, pero no se dice.
Dicho esto, el asunto es, técnicamente hablando, feo de cojones. Véase:
Exclusiva de El cuaderno de Luis.
El señor X, grabando la conversación.
Alguien grabó varias conversaciones entre el señor ministro y el director de la OAC; por lo que parece, en el despacho del ministro y en el despacho del señor director de la OAC y varias veces. ¿Quién? ¿Cómo? ¿Por qué? Tanto el señor ministro como el director de la OAC quedan bastante mal parados, ambos. ¿Era un micrófono de la policía, del CNI o de los Mossos d'Esquadra? O de los tres, ya puestos. ¿De un aficionado? ¿Era un teléfono móvil pirateado, como se dice? ¿El teléfono de De Alfonso? Finalmente, ¿quién ha esperado dos años y pico para difundir las grabaciones? ¿Por qué? Ah, misterios sin resolver... por el momento.
Más cosas feas. Ambos personajes conspiran (ésa es la palabra exacta) para echar mierda sobre CDC y ERC en pleno auge del soberanismo, o como se diga, que lo cambian de nombre cada jueves. ¡No hacía falta conspirar para eso! La mierda en CDC, por ejemplo, da para llenar varios petroleros y no hace falta más que preguntar.
En concreto, el ministro parece muy interesado en las cuñadas de Felip Puig (CDC), que son enchufadas en la Generalidad de Cataluña (sin concurso previo) por el señor Homs (CDC), un suceso documentado y publicado, pero que, entre tantos escándalos, no llamó para nada la atención del personal. También acordaron buscar triquiñuelas en las que participase un hermano del actual consejero Junqueras, que trabajaba entonces para una empresa, CESPA, que depende de Ferrovial, la que pagó comisiones a CDC a través del Palau de la Música, ¿recuerdan? Pero no encontraron nada demasiado interesante.
El director de la OAC dice que hace lo que puede, pero que no hay suficiente para montar un pollo, aunque propone chivarse a un tipo que fue policía y que ahora trabaja para un grupo de empresas, por ver si lo publica algún diario o sale en la televisión y se ahorran una investigación. O lo propone el ministro, no recuerdo. ¡Tando da! Para el caso... Uno y otro parecen tan amigos y van chivándose cosas, por ver quién tiene más que el otro. La conversación demuestra que el nivel de las conversaciones entre los máximos responsables de la lucha contra la corrupción en España en general y en Cataluña en particular es, cuanto menos, insulso y que si tenemos que esperar que éstos nos protejan de corruptos y malandrines... ¡podemos esperar sentados!
El feísmo es evidente cuando uno y otro conspiran para favorecer sus propios intereses y uno, el otro, los dos o quién sabe quién, está grabándolo todo, para sacar la mierda a relucir cuando sea más (in)conveniente. Lo peor de lo peor, vamos. ¿Así funciona todo? Qué mal vamos, por Dios.
La suerte del ministro ya veremos la que es, pero parece que pasa un huevo de asumir responsabilidades, por el momento. En cambio, a De Alfonso le quedan cuatro días. ¿Y saben cuál es el problema? Para los diputados, que se irá enchufando el ventilador y echando mierda a destajo sobre todo dios. Ya verán como el tiempo me dará la razón. Para el resto de los mortales, el problema será que si echan a De Alfonso, ¿quién ocupará su cargo?
Agárrense: ésta es la que nos espera.
Provisionalmente, la señora doña Maite Masià. ¿La recuerdan? Vayan al buscador a la derecha de sus pantallas, escriban su nombre y verán lo que escribí de ella hace ya tiempo. Ésa. Agárrense. Pueden dar por finiquitada la independencia (si alguna vez existió) de la OAC.
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