¿Europa?
Puede que sí, puede que no. Va por gustos.
Lo que son las cosas. Antes, el Gran Premio de Europa se corría en Europa. En Alemania, en Francia, en Italia, hasta en España. Pero la actual dirección de la Fórmula 1 hace cosas muy raras y este fin de semana estrenaron circuito en Bakú, la capital azerí, que es decir tanto como del Azerbaiyán, en la cosa del mar Caspio, en el Cáucaso. Que Azerbaiyán esté en Europa, por mucho que participe en Eurovisión, es algo que es difícilmente sostenible. Siendo amables, está entre el Occidente de Asia y el Oriente de Europa, en tierra de nadie. Pero si Turquía, excepto un trocito en el Bósforo, ya es Asia, ¡no les cuento Azerbaiyán!
Geografía aparte (la geografía política es azarosa, discrecional y relativa), otros problemas se ocultan tras un país que debe su éxito al petróleo. Aunque es oficialmente constitucionalista y celebra elecciones y esas cosas, no es agua clara para muchas organizaciones internacionales que defienden los derechos humanos y que aprovecharon la carrera en Bakú para quejarse. Como gritar en el desierto, ya les digo, porque cuando la Fórmula 1 de hoy en día huele petróleo y dinero, pierde de vista todo lo demás.
El circuito de Bakú se estrenaba en la Fórmula 1 y tiene cosas interesantes. Es un trazado urbano con una parte lenta, muy técnica, y otra rápida, donde se adelanta con relativa facilidad. La carrera fue entretenida y no hubo incidentes dignos de mención. Un Mercedes-Benz, el de Rosberg, ganó sobradamente, y un Ferrari, el de Vettel, fue segundo. El otro fue cuarto, perdiendo la tercera plaza en la última vuelta, que también es mala suerte, o que ya no daban las gomas.
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