Tuve una agente literaria que me contó una vez que un autor (no diré su nombre) pilló un grandísimo cabreo porque una novela que había escrito en serio acabó publicándose como novela juvenil. El autor en cuestión se consideró groseramente insultado, mientras yo, que acababa de publicar mi primera novela, hubiera dado mi alma por vender tanto como esa dicha novela juvenil.
Digo esto porque estoy un poco hasta las narices de cierto esnobismo que considera que un libro para chavales ha de estar, por fuerza, mal escrito. Añado que yo me inclino más hacia otro bando, hacia el que piensa que no existe una distinción clara entre una novela juvenil y otra para adultos, en muchos casos (en otros, no, es evidente), y que tanta razón tiene quien sostiene que Verne o Stevenson son propios de lectores con acné como quien sostiene que son escritores completamente adultos. ¡Lo que disfruto leyendo La Isla del Tesoro...! Que fue escrita, ojo, apuntando directamente a un público menor de edad. Pues eso, ni más ni menos.
La chica de tinta y estrellas, de Kiran Millwood Hargrave, una joven poeta y novelista, es una obra que fácilmente podría considerarse juvenil con todas sus letras. Ático de los Libros, en cambio, la publica como publica otros relatos considerados para adultos y corre un riesgo al hacerlo así. Pero ¿por qué no? Traducida por Claudia Casanova, nos ofrece un relato fantástico, a ratos poético, que ha merecido importantes premios y buenas críticas. Merecidos, señalo, porque es una obra fresca, original, a ratos bella y a ratos emocionante, que puede leer cualquier chaval o sus padres, sin miedo, simplemente porque está bien escrita. ¿Que la historia está trufada de fantasía y de cosas maravillosas y tal y cual? Bueno, ¿y qué? Forma parte del juego, ¿no?
Isabella, la hija de un cartógrafo, vive en la isla de Joya, sometida a los caprichos de un tiránico gobernador. Su mejor amiga, también es casualidad, es la hija del gobernador. Un mal día, su amiga desaparece. Como han sucedido cosas horribles (que no pienso contar ahora), el asunto pinta muy mal y se organiza una misión de rescate, en la que participará Isabella, y hasta aquí puedo contar. Así que aventuras, magia, misterio y todas esas cosas que tanto entretienen. ¡A leer!
La autora demuestra, y con esto acabo, que la literatura juvenil puede proporcionar textos de calidad y buenas lecturas, lo que se agradece muchísimo. Ojalá tenga éxito la apuesta de Ático de los Libros, porque esta novela lo merece. Si tienen un chaval a mano, regálenle La chica de tinta y estrellas. Si no, échenle un vistazo, que nunca está de más quitarse años de encima.
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