Los héroes se encuentran donde uno menos espera encontrárselos. Véase el caso de los taxistas de París.
La Gran Guerra se inició a mediados de agosto. El 6 de septiembre, los alemanes habían vuelto a romper el frente y sus avanzadillas estaban a 50 km de París. El general Gallieni, gobernador militar de la ciudad, no tenía más que la 7.ª División de Infantería para frenar ese avance, pero la tropa llevaba doce días de marchas y contramarchas y no se podía esperar que presentase batalla de hoy para mañana en Nanteuil.
Aquí comienza la leyenda del milagro del Marne. Gallieni reunió los 1.200 taxis de la ciudad y los empleó para transportar a los soldados al frente. Cuatro soldados por taxi: tres detrás, donde los pasajeros, y uno al lado del chófer, donde solían ir las maletas. Con las prisas, se olvidaron del rancho y los taxistas tuvieron que parar aquí y allá por el camino en busca de comida para ellos y la tropa. La disciplina de los convoyes militares se fue al cuerno, pues unos taxistas corrían más que otros y cada uno escogió la carrera que mejor le pareció. Los taxis salieron de París a las 1900 h. y llegaron todos a Nanteuil de madrugada, a las 0200 h. del 7 de septiembre. Fue el primer viaje, al que siguió inmediatamente un segundo. Así trasladaron, en dos carreras, a los regimientos 103.º y 104.º, y así se obró el milagro del Marne. Los alemanes detuvieron su avance y días después se batían en retirada.
¿Quién hubiera dicho que los taxistas de París iban a ser los héroes de la batalla? La mayoría tenían más de cincuenta años (no habían sido llamados a filas). Entre el 6 y el 7 de septiembre, condujeron sus taxis casi 40 horas seguidas, de París al frente y viceversa. Después de transportar a la 7.ª División, transportaron oficiales hasta sus unidades en el frente y evacuaron a los heridos. La mayoría conducían el Renault 12 HP AG o AG-1, el taxi del Marne, aunque también había algunos Panhard, Peugeot o Clément-Bayard.
Tiene que añadirse que no se pararon los taxímetros. Aplicaron la tarifa 2, la que se aplicaba por transportar a más de dos personas más allá de los límites de la ciudad. Es decir, cobraron 75 céntimos por los primeros 750 metros y luego 10 céntimos por cada 100 metros de carrera. Los chóferes se quedaban con el 27% de la carrera; ése era todo su salario. El milagro del Marne costó al Tesoro de Francia 70.102 francos, que pagó religiosamente a las empresas del taxi.
La Gran Guerra se inició a mediados de agosto. El 6 de septiembre, los alemanes habían vuelto a romper el frente y sus avanzadillas estaban a 50 km de París. El general Gallieni, gobernador militar de la ciudad, no tenía más que la 7.ª División de Infantería para frenar ese avance, pero la tropa llevaba doce días de marchas y contramarchas y no se podía esperar que presentase batalla de hoy para mañana en Nanteuil.
Aquí comienza la leyenda del milagro del Marne. Gallieni reunió los 1.200 taxis de la ciudad y los empleó para transportar a los soldados al frente. Cuatro soldados por taxi: tres detrás, donde los pasajeros, y uno al lado del chófer, donde solían ir las maletas. Con las prisas, se olvidaron del rancho y los taxistas tuvieron que parar aquí y allá por el camino en busca de comida para ellos y la tropa. La disciplina de los convoyes militares se fue al cuerno, pues unos taxistas corrían más que otros y cada uno escogió la carrera que mejor le pareció. Los taxis salieron de París a las 1900 h. y llegaron todos a Nanteuil de madrugada, a las 0200 h. del 7 de septiembre. Fue el primer viaje, al que siguió inmediatamente un segundo. Así trasladaron, en dos carreras, a los regimientos 103.º y 104.º, y así se obró el milagro del Marne. Los alemanes detuvieron su avance y días después se batían en retirada.
¿Quién hubiera dicho que los taxistas de París iban a ser los héroes de la batalla? La mayoría tenían más de cincuenta años (no habían sido llamados a filas). Entre el 6 y el 7 de septiembre, condujeron sus taxis casi 40 horas seguidas, de París al frente y viceversa. Después de transportar a la 7.ª División, transportaron oficiales hasta sus unidades en el frente y evacuaron a los heridos. La mayoría conducían el Renault 12 HP AG o AG-1, el taxi del Marne, aunque también había algunos Panhard, Peugeot o Clément-Bayard.
Tiene que añadirse que no se pararon los taxímetros. Aplicaron la tarifa 2, la que se aplicaba por transportar a más de dos personas más allá de los límites de la ciudad. Es decir, cobraron 75 céntimos por los primeros 750 metros y luego 10 céntimos por cada 100 metros de carrera. Los chóferes se quedaban con el 27% de la carrera; ése era todo su salario. El milagro del Marne costó al Tesoro de Francia 70.102 francos, que pagó religiosamente a las empresas del taxi.
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