La Sociedad Alcohólica

Antoine Charles Louis Collinet, conde de Lasalle, nació en Metz, en mayo de 1775, y la lió bien gorda todos y cada uno de los días de su vida. Cuando nació Lasalle, rompieron el molde y lo arrojaron al fondo del mar. En palabras del mismísimo Bonaparte, no existe otro igual a Lasalle, ni existirá. Otro día contaré alguna de sus hazañas galantes o militares, aunque no es éste el momento. Hoy quería hablar de lo mucho que deben a Lasalle los borrachos franceses.

Lasalle fue un gran bebedor, pero no un bebedor cualquiera. Fue él, Lasalle, el que perfeccionó el método para abrir una botella de champagne con un sable, chas, para satisfacer el capricho de la viuda de Clicquot, la señora Ponsardin (www.veuve-clicquot.com), que años después comercializaría su propia marca de espumoso. La destreza de Lasalle tiene mérito si se considera que abría las botellas de la viuda con una cimitarra mameluca, no con uno de esos sables de mentirijillas que utilizan los sommeliers modernos.



Pero su contribución más sonada fue Fanchon. Fanchon es a los borrachos franceses lo que El vino que tiene Asunción o Asturias, patria querida a los borrachos hispanos. Fanchon era el nombre de una cantinera de los húsares que se batieron en Marengo, una mujer de notable valor y belleza, y Lasalle le dedicó la canción, que compuso (se dice) cuatro días después de la batalla. La cantó por primera vez delante de Napoleón, él mismo, en pie, con un vaso en la mano, a grito pelado en una cena de gala. No sabemos qué cara puso Napoleón, pero la canción tuvo un éxito inmediato en el Gran Ejército y Francia entera.



Cuando Lasalle fundó en París, un año después, la Societé Alcoolique, Fanchon fue su himno. Pero ésa es otra historia, que quizá relate si me viene en gana.

Mientras tanto, Lasalle, ésta va por usted. En avant, mes amis! En avant!

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