El queso y los gusanos


El título original es Il formaggio e i vermi. Il cosmo di un mugnaio del '500 (El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI). Es la obra más conocida de Carlo Ginzburg, uno de los padres de la llamada microhistoria.

En vez de analizar las grandes páginas de la historia, Ginzburg se vuelca en un caso particular y explora todas sus ramificaciones, para intentar captar cómo era la vida y la moral de las gentes sencillas en una determinada época, y oponer esa microhistoria a la historia oficial, que, ésa es su tésis, escribieron los poderosos para dejar constancia de su poder, para argumentarlo, justificarlo y regodearse con ello. Añado que Ginzburg es un materialista histórico... y muy bueno.

El queso y los gusanos narra la particular cosmogonia de un molinero del Friuli, por ahí por el Véneto, en Italia. Acusado de herejía, es interrogado por un tribunal de la Inquisición y las suelta tan grandes y de tal tamaño que los doctores de la Iglesia, pasmados y curiosos, prosiguen y alargan un interrogatorio que da mucho de sí y que queda registrado para la posteridad. La teología de Menocchio (así llamaban todos al molinero Domenico Scandella) es materialista y utiliza a partes iguales un aplastante sentido común y una fantástica metafísica, que despista a propios y extraños. El mundo es como un queso... dice. No se lo pierdan.

¿De dónde salen tales creencias y argumentos? Ginzburg deduce que no salen ni del anabaptismo ni del islamismo, ni de los libros que ha leído el molinero. Ginzburg propone que Menocchio deja asomar una mentalidad pagana, de raíces precristianas, opuesta a lo oficial, que las autoridades se esfuerzan por suprimir, por aquello del poder y tal.

Es un libro interesantísimo y se lee bien. Esto último tiene mucho mérito, porque los materialistas históricos tienden a escribir que no se les entiende una letra, pero Ginzburg es muy correcto, claro y conciso. La única crítica es conceptual, y poco consistente. Ginzburg busca desesperadamente una mentalidad de clase (llamémosla así) y no tolera que Menocchio, influido ciertamente por esa mentalidad campesina (que existe e influye, nadie lo niega) e influido también por muchas otras cosas, sea un tipo curioso con ideas particulares. Ginzburg digiere mal que lo dicho por Menocchio sea simplemente fruto de su meditar e hijo de su ocurrencia. El materialismo histórico sostiene que las ideas de los individuos son una consecuencia de la relación material (económica) con los demás, su estructura económica (de clases) y el entorno, o algo parecido. Las ideas no son algo que pueda surgir de ellos mismos por su cuenta... a pesar de tantos Menocchios que parecen contradecir la tésis.

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