El centenario del bibliobús (II)


El bibliobús de la Generalidad de Cataluña (1938).
Estaba pensado para visitar el frente y los hospitales de campaña.

En Cataluña tiene mucha fama un camión del ejército (en verdad, un autocar) convertido en bibliobús en 1938. Es el de la fotografía que adjunto. ¡Un bello caminón, por cierto! 

Más de uno afirma, categóricamente, que fue el primer bibliobús español, y no dice europeo porque no cabe. Pero, como ya he dicho, no fue el primero.

El bibliobús del Servei de Biblioteques del Front que tanta fama tiene.
Era un magnífico camión. Americano, sin duda. ¿Un Diamond?

Ahora que toca, agradezco a una bloguera magnífica, Beli Artigas, que me inspirara esta anotación y que me pusiera sobre la pista del bibliobús. Cuando vi la fotografía, mi curiosidad se activó en modo perentorio. Así he acabado, escribiendo sobre bibliobuses.

Les recomiendo saber más sobre los bibliobuseros catalanes de la Guerra Civil en esta dirección:

También en:

El bibliobús de la Generalidad de Cataluña se pensó para acercar los libros a los soldados que luchaban por la República. ¡Todo por la causa! Así, se aproximaba al frente cargado de libros (cerca de dos mil) y los soldados republicanos, aparte de combatir al enemigo con las balas, lo combatían también con razones y cultura, aunque más de uno leería por evadirse de las miserias del frente, lo que tampoco está mal. 

El bibliobús era lo nunca visto, en 1938.

Era un instrumento de propaganda. Por eso era un camión tan hermoso. Era, sin duda, americano. Las llantas son las típicas llantas heavy duty americanas, el guardabarros nos lleva a la primera mitad de los años treinta, el morro alargado y la inclinación del parabrisas son típicamente yanquis (e implican un vehículo moderno, de 1934 en adelante). Podría tener un motor de seis u ocho cilindros.

Alguno de los ilustres pasajeros dijo que era un Ford. ¿Lo era? Me inclino a pensar que no. Ni la forma de la calandra ni la cabina ni los guardabarros son de un Ford. ¿Qué era entonces? ¿Un Dodge? ¿Un Diamond? ¿Un GMC? No me hagan mucho caso, es (muy) posible que me equivoque y sea de verdad un Ford. Pero ¿quién podría asegurarlo? ¿Algún lector es capaz de reconocer el modelo de este camión? Gracias.

El otro bibliobús. És sí que era un Ford (o algo parecido).

Peor todavía. Las fotografías me muestran no uno, sino dos bibliobuses del Servei de Biblioteques del Front. ¡Dos! Caramba. ¿Dos? Toda la documentación que he consultado habla de un bibliobús. Pero observen las fotografías con cuidado. ¿Qué me dicen ahora? ¿Soy el primero que se da cuenta que no son el mismo vehículo? ¿Acaso había un servicio de bibliobuses? Entonces, el de 1938 no sería ni el primero ni el único. Ay.

Como pueden apreciar en las fotografías, habían al menos dos bibliobuses del Servicio de Bibliotecas del Frente, de la Generalidad de Cataluña. El de la fotografía de abajo es un Ford (o se le parece mucho). El de arriba, es más bien un GMC, un Diamond... Está por identificar. ¿Con cuál de los dos huyeron los escritores de la Institució de les Lletres Catalanes?

La historia del bibliobús militar (el grande), sin embargo, es breve. Se presentó a la sociedad en mayo de 1938. Luego vino la batalla del Ebro y todo acabó pero que muy mal para el bando bibliobusero republicano. 

A principios de 1939, el bibliobús protagonizó una historia muy triste. El 23 de enero de 1939, un lunes, con el enemigo a punto de caer sobre Barcelona, el consejero de Cultura de la Generalidad de Cataluña de entonces, Pi i Sunyer, organizó la evacuación de los escritories miembros de la Institució de les Lletres Catalanes (Institución de las Letras Catalanas). Del mismo modo que uno salva los cuadros, pensó, sería bueno salvar los escritores. En medio del ¡sálvese quien pueda! se hizo lo que se pudo.

No deja de ser poético (a la vez que trágico) que los escritores huyeran de Barcelona a bordo del bibliobús. La fuga (que tuvo mucho de clandestina) la organizaron Miquel Joseph, Joan Oliver y Francesc Trabal. El mismo día 23, en las cocheras del Palau Robert (en la parte alta del Paseo de Gracia) se improvisaron unos bancos en el interior del bibliobús, aunque no hubo para todos y muchos escritores acabaron sentados sobre sus maletas. Ese mismo día, abandonaron la ciudad. 

El día 24, el bibliobús ya estaba en Bescanó, por allá arriba. Cargaron más escritores a bordo: Xavier Benguerel, Pau Vila (un geógrafo), Domènec Guansé, los hermanos Murià, Sebastià Gasch, Alfons Maseras y Pompeu Fabra y familia, que se sumaron a Antoni Rovira i Virgili, Mercè Rodoreda y los antes mencionados. Seguro que me dejo alguno. El bibliobús llegó a Perpignan (Francia) el primer día de febrero de 1939, donde lo más granado de las letras catalanas comenzó el exilio. Del magnífico automóvil no se volvió a saber nunca más. ¿Cuál fue su fin?

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