Secreto de empresa


Se ha publicado en los diarios, pero sin demasiado ruido, que la Unidad de Delitos Informáticos de los Mossos d'Esquadra, la policía autonómica catalana, ha detenido a un trabajador de TV3. Al reo se le acusa de revelación de secretos.

Según la acusación, el tipo había conseguido información de mucha enjundia del ordenador del presidente de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (CCMA), don Brauli Duart, y quizá de otros directivos. Obtuvo, fíjense, los sueldos de la plantilla de la CCMA (TV3, Catalunya Ràdio, etc.) en 2012 y el cálculo de las indemnizaciones que habría recibido cada uno de llevarse a cabo el expediente de regulación de empleo del ente público. Ni corto ni perezoso, hizo público el listado y organizó un escándalo. Si se hubiera callado lo que descubrió, no habría habido denuncia. Es más, creo que nadie se habría enterado.

Me da, pero es un suponer, que estaba buscando precisamente ese listado, o que lo encontró de casualidad. En cualquiera de los dos casos, hizo lo que el presidente de la CCMA menos quería, hacerlo público. ¡Cómo le cabreó al señor presidente y compañía que se supiera este secreto! De ahí la denuncia y la detención.

Don Brauli Duart, 129.678 euros al año, dietas aparte.

Porque no sé si sabrán ustedes que las víctimas más numerosas del expediente de regulación de empleo del No-Do... perdón, de la CCMA, no son los directivos, que permanecen en sus puestos prácticamente todos, con unos sueldazos... sino los trabajadores que cobran por debajo de la media salarial del ente, que son la mayoría de los perjudicados. 

Los trabajadores de la CCMA, después de conocer el listado.

No es nada nuevo: Es una constante en la Generalidad de Cataluña: interinos y empleados públicos a la calle y los directivos, en sus puestos. Es más, se crean puestos de trabajo a propósito para ineptos, como éste.

Volviendo al espía pillado por la policía, el personaje habrá cometido un delito, puede que sí, no lo sé, pero algunas circunstancias de su caso me producen asombro. 

La primera, la mentira constante del presidente de la CCMA, que mientras negaba el expediente de regulación de empleo, calculaba las indemnizaciones para seleccionar las víctimas de su política. Cómo miente el presidente de un ente público, por Dios, cómo miente.

La segunda, una tontería: la facilidad con que le birlaron la información. Tonto, no más. 

La tercera, para mí la más preocupante, es que no sea pública la relación de salarios de un ente público, que sea considerada un secreto. ¿Un secreto? Ahí me duele, mucho.

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