L'Entrada d'Ofici


Los indígenas hablan mucho del Ofici, que se pronuncia Ufisi y es la misa en honor a San Bartolomé. En verdad, es el acto central de la fiesta católica y el momento de gloria y lucimiento del señor rector.

La casa del señor rector se engalana durante las fiestas.

A lo largo del año, el señor rector tiene que conformarse con la iglesia vacía y ofrecer el Sacrificio ante cuatro viejas beatas o algún turista despistado. Son los tiempos que son, descreídos, y es así en todas partes. Sin embargo, San Bartolomé que está en los cielos cuida de sus protegidos y al menos una vez al año los reúne en la iglesia, el día de su patrocinio.

La penitencia de las chirimías, omnipresente en la misa del santo patrón.

Ahora bien, los somete a una dura penitencia por haber faltado a las obligaciones del buen católico. La misa se alarga, suben los calores, la humanidad comienza a exudar pestilencias y por si fuera poco, las chirimías amenizan la Santa Misa. Los bailarines de la rúa, todos presentes, tienen que comerse, sí o sí, el sermón del señor rector. Éste, viendo la iglesia llena de proa a popa y todos firmes y atentos, se emociona y larga un sermón que siempre, siempre, siempre, se alarga más de lo normal. 

Vista panorámica de la Sortida d'Ofici.
La verán mejor haciendo un clic sobre la fotografía.
En esta ocasión, bailan los gigantes.

La salida de misa, la Sortida d'Ofici, es apoteósica y los bailarines danzan frente al Ayuntamiento para celebrar el final del sermón. Es uno de los instantes preferidos por todos los indígenas atentos a la Fiesta Mayor.

El séquito sacerdotal llega a la iglesia.
Momento culminante de l'Entrada d'Ofici.

Todos hablan de la Sortida d'Ofici, pero ¿qué hay de l'Entrada d'Ofici? Desde el punto de vista religioso, es más importante y solemne, más plena de significado, la llegada del cura para oficiar la misa que no el ite missa est. Pero no llama tanto la atención. Este año la presencié, casi en solitario. El señor rector y un séquito de sacerdotes, con la cruz por delante, abandona la rectoría, desfila hasta la parroquia y entra por la puerta grande. Muy solemne. Lo repito: éste es el punto culminante de toda la fiesta, aunque pase desapercibido.

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