¡Que no falten los churros!



La churrería ambulante del Paseo Marítimo, Teruel, un nombre con reminiscencias republicanas, aparece y desaparece marcando el ritmo del verano, y viene a cubrir un hueco dejado por la falta de churros en la villa. Los indígenas, en efecto, no tienen un churro que llevarse a la boca durante todo el año y tienen que esperar a que llegue el verano para comprar churros a la Teruel. ¡Están muy ricos! Como es tanta el ansia churrera, los churreros hacen su agosto, literalmente. A tanto el churro, Teruel parece El Bulli.

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