Me gustaría que el señor rector de la parroquia de San Bartolomé y Santa Tecla (el sacerdote que representa a Dios en la Blanca Subur) saliera a la ventana y soltara un breve discurso y una bendición urbi et orbi, como las del Santo Padre. Sí, sí, es verdad, bendice los bailes en la iglesia, el mediodía del día 24, pero ahí dentro hace un calor de mil demonios y el señor rector larga unos sermones tradicionalmente interminables. La razón es que, por una vez que me llenan la iglesia... En fin, no hay que desperdiciar la oportunidad.
Pero ¿por qué no? Una bendición espontánea, breve. Un salir a la ventana, unos aplausos, un ¡Viva San Bartolomé! y un poco de agua bendita. Con tanto pecador como se agolpa ahí abajo, un perdón y una ayudita del Cielo no vendrá mal, digo yo. Tampoco el refresco. La noche del día 24 caen cubos de agua enteros, enteritos, sobre el personal, que los reclama. Pero también es verdad que entre el pregón de la Fiesta Mayor, el sermón del señor rector y la que nos largará el señor alcalde (seguro que acaba largando algo), sobrarán las palabras y los lugares comunes, y se agradecerá un piadoso silencio.
Es divertido; me gusta esta manera de describir la fiesta.
ResponderEliminarUna pequeña observación: "urbi et orbi", esta es la forma correcta, o sea "para la ciudad (de Roma) y para el mundo".
Gracias por leerme (y por corregirme).
EliminarCorregido.
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