Voy a confesar algunas de mis manías como lector. Una, odio la mayor parte de las introducciones, aquéllas en las que alguien me dice cómo tengo que interpretar una obra y me explica con pelos y señales por qué es buena y por qué tengo que leerla. Agradezco (especialmente en libros clásicos) una introducción histórica, que me ayude a situar al personaje en el tiempo y conocer sus circunstancias, pero que me digan qué tengo que sentir al leer la obra que viene después, no. No y mil veces no. La segunda manía es más pedante, si quieren llamarla así. Cuando mucha gente dice que tal obra es muy buena... desconfío. Algunas veces ésa es razón suficiente para no leer un libro. De hecho, cuando unas determinadas personas que no citaré me dicen que tal obra es bonísima, huyo de ella como del diablo. Y cuando me dicen que es un rollo, me intereso. Este termómetro acierta siempre.
Digo esto porque todo el mundo hablaba bien del Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin, editado por Alfaguara, una colección de relatos de una autora estadounidense prácticamente desconocida en España. Además, el libro comienza con dos introducciones (no una, dos) de literatos americanos que la conocieron en vida y que no ahorran piropos para su prosa (al tiempo que nos dicen eso que odio tanto, cómo interpretarla, como si la obra no pudiera explicarse ella sola). ¡Dios mío...! ¿Qué hice?
¿Qué podía hacer? Leerla.
Pero sólo leí las introducciones sólo después de haberme leído el libro entero. Como sospechaba, están escritas con la mejor de las intenciones, pero me parecen prescindibles por las razones que he expuesto, que son muy personales y que ustedes no tienen por qué compartir. Así que me salté las primeras páginas y me puse a leer los relatos de Lucia Berlin, sin más.
Lucia Berlin.
Al grano, que Lucia Berlin escribe como quiere, la mar de bien. Tiene una técnica impecable que consigue lo que pretende. Es seca, concisa. Escribe desprovista de adornos superficiales. Su narrativa tiene el aire clásico del pulp fiction americano y bebe de una tradición literaria muy singular, que en Europa apenas conocemos como se debería conocer. Aunque sus relatos son autobiográficos y no hacen más que hablar de ella misma y de sus circunstancias, no hay que olvidar que son obras de ficción y como ficción funcionan maravillosamente bien. Berlin es capaz de presentarnos una situación sórdida y desesperada sin compasión, tal cual, pero también y al mismo tiempo provista de una inesperada poesía. La belleza surge cuando menos la esperas, como la tragedia o la comedia. Son inseparables.
Girando siempre sobre lo mismo y los mismos, los relatos de Lucia Berlin pueden leerse como si todos juntos formaran una novela. Sé que ésa no era la intención de la escritora, pero es el resultado de su trabajo, así reunido. Pero también todos y cada uno de los relatos son, en su propia individualidad, como una pieza de relojería que hace lo que tiene que hacer.
Recomiendo la obra, sin duda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario