Día Mundial de la Filosofía


La mayor parte de los años tienen 365 días y si un día celebramos esto y otro día, lo otro, nos quedamos sin días en un pispás. De hecho, no sería de extrañar que un mismo día se celebrara una cosa y la contraria. Vayan contando días mundiales: del padre, de la madre, del tío segundo, del cuñado, de tal enfermedad (y mira que no hay enfermedades...), del Orgullo Friki, del trabajo, de la mujer trabajadora, de la mujer en general, de la papiroflexia, la entomología, la gimnasia... Sumen fiestas locales y populares, santos patronos, días nacionales, fiestas mayores y demás. El calendario se nos acaba en un abrir y cerrar de ojos.


En medio de esta fibre de días mundiales, en 2002 la UNESCO declaró Día Mundial de la Filosofía el tercer jueves de noviembre. Es decir, que hoy, 16 de noviembre de 2016, toca celebración filosófica. 

La Iglesia Católica, en cambio, prefiere el 26 de abril, cuando se rinde homenaje a San Isidoro de Sevilla (cartaginés, por más señas), que es considerado patrón de las Humanidades en general y de la filosofía en particular. Bueno, una cosa no quita la otra y los creyentes pueden celebrar la jornada laica sin caer en pecado y los que no creen, la fiesta patronal sin pasar por beatos. No veo por qué no, mientras den de comer y beber.

Mis lectores ya saben que soy el autor de una historia de la filosofía en tono jocoso y sinvergüenza, que se apoya en las manías y excentricidades de algunos de los más grandes pensadores de la historia. Demócrito decía que si no puedes reírte de algo, no es serio, y a eso voy. Han de saber que la filosofía es un asunto muy serio y que honrarla y recordar que existe es una muy buena idea. ¿Qué sería de nosotros sin la filosofía? 

La filosofía nace contra el mito y se opone a la creencia sin sentido (es decir, sin asiento en la realidad). Se ha convertido en (y es, de facto) un saber colectivo, y esto tendré que explicarlo mejor. Quiero decir que uno expone su teoría y la somete a la crítica de los demás. Si no se comparte esa teoría, si no acepta la crítica, si no la argumenta, si no la contrasta... entonces no puede estar haciendo filosofía. No vale un acto de fe ciega, sino el razonable y sano escepticismo. Tampoco vale dejarse llevar por las palabras y jugar a ver quién la dice más gorda. El saber se construye y se pone a prueba entre todos. La afición al saber (eso quiere decir filosofía) exige prescindir de la creencia y preguntar qué hay de cierto en ella y fuera de ella; pide, incluso, cuestionar la certidumbre misma.

De ahí surge la ciencia y el pensamiento crítico y en esa larga batalla se alumbrarán los derechos del hombre (varón y mujer). Se verá por qué el derecho a expresarse libremente es el principal de todos los derechos, porque sin él es imposible filosofar y mostrar y defender los demás derechos sin emplear la fuerza bruta. Aunque esto que he dicho podría discutírmelo un filósofo, que para algo está. La cuestión es que, a juicio de quien escribe, filosofía y libertad van de la mano y no se concibe una cosa sin la otra. Sólo por eso, vale la pena celebrar que tenemos filósofos. Tendría que ser una fiesta, una gran fiesta.

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