Glamur y esas cosas (Gran Premio de Mónaco 2018)


El Gran Premio de Mónaco es tradicionalmente el más glamuroso, pero también el más incómodo, enrevesado y uno de los pocos circuitos que puede presumir de histórico. Es un circuito urbano donde adelantar es una pesadilla, donde todo puede salir mal y donde un buen piloto con un coche mediocre puede poner en serios apuros al mejor coche de la parrilla. 


Algo parecido sucedió este año. Ricciardo, de Red Bull, era el favorito para llevarse la carrera, y eso hizo. Si no digo más, queda que la carrera fue un desfile de uno detrás de otro hasta el final. Ni Ferrari ni Mercedes-Benz arriesgaron demasiado (eso le costó alguna oportunidad de mejorar posiciones a los alemanes, que no fueron muy finos estratégicamente) y los Ferrari acabaron segundo y cuarto y los Mercedes-Benz tercero y quinto. Pero ¡no se lleven a engaño! A cuarenta y tantas vueltas del final, Ricciardo sufrió un grave problema técnico: se quemó su motor eléctrico y perdió, de repente, ciento y pico caballos de potencia. No queda claro si también perdió las marchas más largas. ¡A cuarenta y tantas vueltas del final...! Pues ahí lo ven, todo un campeón. ¡Bravo!

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