He leído hoy mismo que si la política tira del populismo es porque el populismo tiene éxito. Lamentablemente, continuaba la reflexión, si tiene éxito quiere decir que vivimos rodeados de gilipollas.
Sí, hija, sí, tu himno da para llorar un rato.
Digo esto porque no teníamos bastante con el populismo catalán para que ahora Ciudadanos opte también por arrojar el disimulo a un lado y se lance a la piscina con la misma retórica, las mismas armas dialécticas y las mismas formas, cambiando una banderita por otra y forzando la máquina. Me llevo las manos a la cabeza, con no poco espanto.
A por todas (las banderas).
Es frentismo puro, es ellos y nosotros hasta la extenuación, es exactamente lo que no tenía que hacerse y se hace, porque, efectivamente, y la frase no es mía, siempre subestimamos el número de personas capaces de cometer estupideces.
Una guerra de nacionalismos no es lo más conveniente, ni ahora ni nunca. A corto plazo, es verdad, suma votos, pero poco después... Mal asunto. La política no tiene que ir de lo que se es o se siente, sino de lo que se hace. Allá cada uno con lo que siente o cree ser, pues ¿no defendemos la libertad? Uno hace un país trabajando por una administración más eficaz y unos mejores servicios sociales, construyendo un sólido Estado del Bienestar, invirtiendo esfuerzos en una educación primorosa, ciencia y cultura, y dejándose de chorradas. A ver quién la tiene más gorda (la bandera) nunca ha llevado a nada bueno.
Por eso desearía que las únicas ropas que colgaran de los balcones fueran las de la colada y que dejaran todos, unos y otros, de ensuciar las calles con sus grafitos, sus lacitos y tanta banderita. Sois todos, todos, unos pesados. Y unos gilipollas.
Esas han sido siempre las señas de identidad de mi balcón; mi trapo ondeante siempre será la de la ropa tendida en el balcón.
ResponderEliminarMenuda colla de idiotas estamos criando.
Salut