A primera hora de la mañana, mis pasos asustan a una pareja de garcetas comunes. Un cernícalo planea delante de la ventana. Al anochecer, una bandada de estorninos juega a ser nube. Bailan los gorriones, saltito va, saltito viene, y la urraca se pavonea en blanco y negro. Cantará el mirlo como cantó hoy, para darme los buenos días. El mochuelo se esconde, por no verme, y el halcón me desprecia desde lo más alto del cielo. Acechan las gaviotas y arrullan las tórtolas. Las palomas lumpen compiten con las recién llegadas cotorras argentinas por unos granos de arroz. Todo esto y más yendo de casa a la oficina y de la oficina a casa, hoy mismo.
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