Un hecho resume la manifestación del 10 de julio en Barcelona. La marcha no marchó y a las dos horas se dio por acabada. Montilla tuvo que salir por piernas porque lo querían correr a gorrazos. Pujol abandonó el lugar de los hechos mientras le gritaban President! President!
Hemos presenciado en vivo y en directo el definitivo adiós al experimento tripartito. Después de este paréntesis de siete años, volverá la derecha nacionalista de toda la vida sus reales. Me atrevo a decir que más que un cambio de ciclo ha sido un cambio generacional, un tanto agitado.
Después de veintitantos años de derecha nacionalista, la izquierda tuvo una oportunidad y se ha suicidado jugando a ser más papista que el papa. En vez de cargar contra la corrupción (3%) y poner orden en el mercado inmobiliario, se lanzaron a la aventura de quién la tiene más grande (la patria). Llega la crisis y se manifiesta la ineptitud (ésa sí que la tienen grande, todos). Los ciudadanos se desentienden de la política y optan por la abstención, el discurso radical (hacia aquí o hacia allá) o ruegan por el regreso de los de siempre, porque, malo por malo... La batalla se ha librado y tiene un vencedor (¿quién, si no?), pero también ha dejado el campo de batalla hecho unos zorros y ahora vamos a ver quién arregla esto sin hacerse daño. El vencedor no es el pueblo, añado, por si alguno se había hecho ilusiones.
La fotografía la publica El País en su edición digital.
Hemos presenciado en vivo y en directo el definitivo adiós al experimento tripartito. Después de este paréntesis de siete años, volverá la derecha nacionalista de toda la vida sus reales. Me atrevo a decir que más que un cambio de ciclo ha sido un cambio generacional, un tanto agitado.
Después de veintitantos años de derecha nacionalista, la izquierda tuvo una oportunidad y se ha suicidado jugando a ser más papista que el papa. En vez de cargar contra la corrupción (3%) y poner orden en el mercado inmobiliario, se lanzaron a la aventura de quién la tiene más grande (la patria). Llega la crisis y se manifiesta la ineptitud (ésa sí que la tienen grande, todos). Los ciudadanos se desentienden de la política y optan por la abstención, el discurso radical (hacia aquí o hacia allá) o ruegan por el regreso de los de siempre, porque, malo por malo... La batalla se ha librado y tiene un vencedor (¿quién, si no?), pero también ha dejado el campo de batalla hecho unos zorros y ahora vamos a ver quién arregla esto sin hacerse daño. El vencedor no es el pueblo, añado, por si alguno se había hecho ilusiones.
La fotografía la publica El País en su edición digital.
Querido Luis,
ResponderEliminarSi el cordobés con síndrome de Estocolmo hubiese jugado honestamente, otro gallo hubiese cantado. ¿Qué ha ocurrido en el País Vasco? Hace ya más de un año que salió - para bien - de los titulares del telediario. Paz y tranquilidad. Se lo tiene merecido.
Y seny, mucho seny, más que aquí (allí).