
Fuera hijo de quien fuera, se sabe de él que era un gamberro de mucho cuidado, que sus dardos volaban rociados con el veneno del amor carnal y se clavaban en los corazones de quien menos iba a pensar uno, provocando ardores y concupiscencias, que el chaval era caprichoso y tiraba por divertirse... Hasta que un día se pinchó con una de sus saetas y, ay, tropezó con Psique. Eros y Psique representan las dos caras del amor, y son un motivo recurrente en la historia del arte. Su historia es, cuanto menos, subida de tono.
Hoy, no se sabe exactamente cómo, Eros, o Cupido, se confunden con San Valentín, que para unos fue sacerdote, para otros obispo, para todos mártir y si no virgen, poco dado a pasiones carnales, defensor del te aguantas, y calladito, o de la versión del cerrar el grifo y duchas frías, y propagador de la fe cristiana cuando ésta estaba todavía mal vista por la política. Cómo consiguió convertirse un tipo tan aburrido en el patrón de los enamorados, que sólo piensan en dejarse llevar por la carne, es algo que a duras penas alcanzamos a comprender. Cómo pudo alguien asimilar al niño sensual y pasado de vueltas con el mártir mojigato escapa de toda compresión.
Pero, en fin, es lo que hay. San Valentín, patrón de los enamorados. Si no tiene usted un amor a mano, encomíéndese a San Antonio de Padua, que es patrón de los solteros que buscan pareja, lo que ahora, gilipollescamente, llaman singles.
Me ha enciantado este Cupido de modernísimo arco, de acuerdo con el paisaje.
ResponderEliminarLas cosas cambian, pero la picardía de Eros o de Cupido sigue siendo la misma y tiene la misma cara de niño travieso de lienzos de años ha.