Una canción decía que eran malos tiempos para la lírica, y cuánta razón tenía. Con la que está cayendo, eso que llaman la cultura (permítanme la cursiva) está pasando por un mal momento. En el proyecto de los Presupuestos Generales del Estado, los gastos del Gobierno de España en cultura se reducirán drásticamente, pasarán de 897,52 millones de euros a 721,7 millones. Sumen al recorte la medida de subir el IVA de los productos culturales y supongan el resto. Poco invertíamos en cultura, bastante estultos éramos y sólo nos faltaba esto.
Ahora bien, soto voce, cuando las circunstancias aprietan y uno tiene que escoger entre una escuela, un hospital, un servicio de ayuda a la dependencia, un grupo de teatro experimental y una película que no verá nadie, ustedes mismos. Añado que es una lástima lo ocurrido: si España hubiera invertido grandes cantidades en cultura en los años pasados, hoy sería mucho más rica, tanto moral como económicamente. Pero aquí manda el corto plazo y el qué hay de lo mío, qué le vamos a hacer. Burros éramos y burros seremos.
El teatro no sale mal parado, sólo le recortan un 16,2% del presupuesto; al cine, algo más del 19%. A los museos, les recortan el 22,9%; la música, la danza, las bibliotecas, los archivos... el compendio de las Musas en general, entre el 22 y el 24%. El recorte se ceba en el fomento de las industrias culturales, que recibía casi 30 millones de euros y ahora tendrá que conformarse con 14,6; también sufre la promoción del libro (ah, ¿se promocionaban los libros?), con un presupuesto que pasa de once a siete millones y pico; se reducirá una cuarta parte el presupuesto para la protección del patrimonio y la conservación y restauración de bienes culturales caerá un 27%. ¡Qué bonito...!
Faltó tiempo para que en Cataluña saliera don Ferran Mascarell anunciando ataques contra la patria mediante la asfixia de la cultura. Para quien no esté al caso, don Ferran es el conseller del ramo, un personaje que pasó del PSC a CiU cuando descubrió que el PSC no pensaba en él para la alcaldía de Barcelona y el Grupo RBA decidió prescindir de sus servicios. Fue entonces cuando el señor Mas le ofreció una consellería y el personaje aceptó encantado, adaptándose de maravilla al Gobierno de los Mejores y dando la talla del mismo. Durante muchos años se ha forjado la fama de entender mucho de política cultural y nadie osa decir que no es así, porque él es, al fin y al cabo, quien ha repartido y continúa repartiendo las subvenciones.
Pues va don Ferran y se pone como un basilisco. Las grandes instituciones culturales catalanas sufrirán un recorte pavoroso, y Cataluña sólo recibirá la mitad de lo que recibió el año pasado. O tempora o mores...
De hecho, aunque el recorte da grima y pena, no ha sido tanto como se decía. En porcentaje, el Liceo (Barcelona) y el Teatro Real (Madrid) reducen ambos alrededor de un 30% la subvención del Estado; otro tanto sufrirán el Museo del Prado, el Princesa Sofía (los dos de Madrid), el MNAC y el MACBA (de Barcelona); algunas instituciones, como el Palau de la Música, perderán la mitad de las ayudas; otras, todas las ayudas; algunas, apenas una cuarta parte. El señor Mascarell había anunciado recortes mucho más salvajes. Las ganas que tenía y porque no le dejaban a él.
Curiosamente, nadie responde recordando la vieja reivindicación de CiU, la supresión del Ministerio de Cultura para dejar toda la cultura catalana en manos del señor Mascarell de turno. También resulta curioso que nadie hable de los presupuestos del Departamento de Cultura del señor Mascarell y de la Generalidad de Cataluña. En 2011, pasó de invertir casi 700 millones de euros en cultura a invertir 300 millones (¡una reducción del 57%!), aunque en 2012 sólo redujo el presupuesto un 15,6%, para no tocar demasiado la televisión catalana.
Considérese, además, la calidad de la inversión cultural del señor Mascarell. En 2010, más de la mitad del presupuesto del Departamento de Cultura se destinaba a sostener la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (i.e., TV-3 et Co.). ¡La mitad...! Esa partida, en números absolutos, ha disminuido relativamente poco en 2011 y en 2012; más ha disminuido la partida en sanidad, educación o la destinada a servicios sociales, por ejemplo. Tal es así que ahora la televisión se come gran parte del presupuesto mascarelliano para el fomento de la cultura catalana. Lo que luego queda son las sobras y son para los amigos.
Lo diré de otra manera, para que se entienda: el señor Mascarell regala más dinero al F.C. Barcelona que el que destina al Liceo, al Palau de la Música, el MNAC, el MACBA, el Teatre Lliure, el Teatre Nacional de Catalunya, el Archivo de la Corona de Aragón... y qué sé yo juntos. El fútbol no sufre recortes, mire usted por dónde, y es la principal inversión cultural, con mucha diferencia, del Gobierno de los Mejores. La principal.
¿Y nadie dice nada? Todos esos actores y esos intelectuales de pacotilla ¿no dicen nada?
Sí, sí, alguien dice algo. En el No-Do... perdón, en el Telenotícies de TV-3 apareció la señora Carulla, presidenta del Palau de la Música, echándole las culpas a Madrid, que no hace más que fastidiarnos la cultura con gusto y con ganas. Prueba de ello es que el Palau de la Música recibirá 1,9 millones de euros menos el año que viene. Grandísima indignación bajo una permanente de diseño. La señora, hija del fundador de Òmnium Cultural y de Agrolimen, miembro destacado de la dinastía Carulla y de la sociedad civil catalana, se queja de que Madrid le roba... perdón, nos roba.
Pero ¡qué morro tiene la señora! Qué morro...
Sólo con lo que ha defraudado esta señora a Hacienda (ya no hablo de la familia Carulla al completo, me conformo con ella) podrían cubrirse los recortes del ministerio en el Liceo, el MNAC, el MACBA, el Palau de la Música, el Festival de Perelada y el Teatre Lliure, y sobraría dinero para invertir en danza experimental y becas de videoartistas las que quieran. No hablemos del latrocinio ocurrido en el Palau de la Música. Con lo que se llevó CiU en concepto de comisiones, el Palau de la Música no habría notado los recortes del ministerio ni un poquito así. Esas declaraciones de la señora Carulla son, definitivamente, un ejercicio de cinismo que ofende.
En resumen, es cierto que la política del Ministerio de Cultura nos duele, pero ésta no es decisiva en Cataluña (ni en el resto de las Comunidades Autónomas) desde hace muchos, muchos años, porque el grueso del gasto no lo gestiona el Gobierno de España, sino cada cual... y así nos va.
Si la cultura está mal en Cataluña, está mal porque por cada euro que gestiona el Estado en este ámbito, la Generalidad de Cataluña gestiona(ba) más de seis (más de tres, para TV-3, en verso). Ahora, por cada euro que se gasta el Estado en cultura en Cataluña, el Gobierno de los Mejores no llega a gastarse cuatro (y siguen siendo tres los euros que gastará en TV-3). Es lo que hay y a las cifras me remito.
De nuevo, ¡un gran bravo!
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