El Admiral Graf Spee se botó antes de que Hitler fuera canciller. Entonces se adornó la popa con el escudo del almirante Spee, que había combatido en la Gran Guerra y muerto en la batalla de las Falkland (o Malvinas), después de haber sido el vencedor en la batalla de las Coronel.
En esta imagen, donde los marinos se preparan para una revista naval a finales de los años treinta, puede verse el aguilucho de bronce del Admiral Graf Spee.
Los nazis quitaron ese adorno tan pronto se hicieron con el poder en Alemania. Lo sustituyeron por un enorme aguilucho de bronce que sostenía una esvástica laureada con sus garras, a modo de trofeo. El escudo de armas del almirante no desapareció del barco. Se hicieron dos, mucho más pequeños, y se colocaron en la proa, uno en cada borda.
Tan pronto estalló la guerra, la orden fue retirar todas las águilas de bronce de los buques de guerra, para evitar que cayeran en manos del enemigo y fueran expuestas como trofeo. Pero el Admiral Graf Spee comenzó la guerra lejos de casa y seguía con el aguilucho instalado en la popa. Con él se fué a pique.
¡Oh! ¡Mira que hemos encontrado!
En 2006, el equipo de Etchegaray y Bado dió con el aguilucho y lo rescató del fondo. Pesaba unos 350 kg y tenía una envergadura de casi tres metros. ¡Casi nada! El hallazgo fué espectacular, pero inició un pleito que todavía no se ha resuelto.
Se intentó disimular la esvástica, para no ofender, pero se notaba demasiado.
¿Qué hace con esta pieza? Unos dicen que tiene que ir a un museo, mejor en Uruguay. Será una águila imperial y sostendrá una esvástica, pero es una pieza histórica. El gobierno uruguayo apoya esta moción. La historia es la que es, buena o mala, y si se expone explicando de dónde sale y qué es y qué significa, no hay por qué temer nada.
Se expone al público en Montevideo, provisionalmente.
Fíjense en el pecho del pajarraco, donde puede verse un impacto de metralla.
Es la única águila de bronce de la Kriegsmarine que ha sobrevivido a la guerra.
(Al menos, de un gran buque, que yo sepa.)
Los alemanes ya han protestado. Piden que no se exponga al público, que no se subaste, que en cualquier caso no salga de Uruguay. Es un símbolo nazi y mostrarlo al público sería hacer apología del nazismo. Piden incluso que se destruya. Algunos uruguayos también piden que sea destruida.
Los terceros en discordia están capitaneados por el empresario uruguayo que explotaba el pecio, Etchegaray. Donde creía haber visto un negocio, se ha encontrado con un ejército de abogados. De litigio en litigio contra el gobierno, parece que se ha ganado el derecho a repartirse a partes iguales los beneficios obtenidos con los restos del Admiral Graf Spee. Pero ahora discuten sobre cómo sacar beneficios del pecio.
Cañones y telémetros son una cosa, muy espectacular, pero al fin y al cabo chatarra. Pero el aguilucho es otra, y muy diferente. ¡Es la pieza más valiosa de todas! Se dice que en una subasta internacional podría venderse por millones de euros. Algunas casas de subastas afirman que podrían conseguir hasta treinta millones de euros por el pajarraco. Naturalmente, Etchegaray quiere subastar el premio gordo de su expedición. El gobierno, no.
Tenerla en el salón de casa podría salirle por 30 millones de euros en una subasta.
Pero ¿llegará a subastarse algún día?
Ya hay museos que se dan de bofetadas por tener el aguilucho en su colección. En Europa, en los Estados Unidos, hasta en Japón, se ofrecen fortunas por él. ¡Y no hablemos de los coleccionistas! Hay que decir que es único. Como he dicho antes, todos los aguiluchos se retiraron de los buques de guerra alemanes tan pronto estalló la guerra y hasta donde yo sé (podría equivocarme) éste es el único aguilucho superviviente de la Kriegsmarine (al menos, de una unidad de guerra mayor). Y nada más y nada menos es el aguilucho del Admiral Graf Spee.
Ustedes ¿qué harían con el aguilucho?
Exponerlo en un museo. Con las debidas explicaciones de contexto el lugar no tiene porque convertirse en un santuario para nazis. Eso si, no deberían permitirse la fotos, mucho menos los posados y no debería realizarse merchandising en torno al objeto. Después de un tiempo y viendo como va la cosa se podría decidir un destino diferente.
ResponderEliminarEn Alemania no se han destruido los colosales restos del Kongresshalle ni del Zeppelinfeld, se han convertido en centros de interpretación de lo ocurrido.
Gracias por el comentario y buena observación.
EliminarPor si quieres volver a Caravaggio:
ResponderEliminarhttp://www.arsmagazine.com/revista/24/2014/2419-un-original-encontrado-de-caravaggio