Qué feo es comparar


Hace unos días, en El cuaderno de Luis, mostré mi preocupación por lo que podría ser el gobierno del presidente Sánchez. De entrada, no tiene mayoría parlamentaria. Luego, tiene las manos atadas en lo que atañe a los presupuestos. Entre una cosa y la otra, su margen de actuación es pequeño y es previsible que se le echen encima con toda la artillería, haciéndole la vida imposible. Por eso pensé entonces (hace muy pocos días) que lo mejor que podría hacer sería convocar elecciones, después de haber hecho (y muy bien hecho) lo que tenía que hacer, la moción de censura contra el gobierno del presidente Rajoy. 

Hoy, sin embargo, no estoy tan seguro y podría decirse que he cambiado de opinión. Creo que, a la vista de cómo suceden las cosas, hay que dejarle hacer y esperar acontecimientos. Quizá no sea tan urgente convocar elecciones.

Pedro Sánchez ha tomado la iniciativa política con la formación de un gobierno que ha sorprendido a propios y extraños. Hay quien dice que el presidente llevaba mucho tiempo meditando sobre este gobierno y que ha podido escoger a discreción por no tener que pagar favores a nadie (especialmente a los llamados barones de su partido). Quizá, no lo sé. Qué sé yo.

El gobierno del presidente Sánchez fotografiándose con el rey.
Era el día de su toma de posesión.

Es un gobierno donde la mayoría de los ministros son ministras, y uno que ha generado muchas expectativas. En Europa están que no dan crédito: más mujeres que en ningún otro gobierno europeo (hemos batido una marca, me dicen); un perfil marcadamente europeísta (que alecciona a los italianos y a otros muchos gobiernos europeos); un astronauta a bordo (ningún ministro había llegado tan alto, la verdad)... 

En casa, una de las razones que provocan admiración o curiosidad, incluso esperanza, es la elección de personas muy válidas y apropiadas para el cargo. Naturalmente, no puede evitarse la polémica. Las carteras de Interior y Cultura han sido discutidas, pero demos tiempo al tiempo. Como siempre, más alta la expectativa, más grande el desengaño, y recordemos que este gobierno no lo tendrá fácil en el parlamento. Así que no hay que levantar castillos en el aire, pero tampoco caer en el desánimo, que las cosas son como son, qué le vamos a hacer.

El presidente Sánchez ha tomado la iniciativa y espero que no la pierda. El PP critica, pero se retira para lamer sus heridas y ver quién sustituirá a Rajoy; Ciudadanos ha quedado, por el momento, anonadado y un tanto confuso; Podemos ha pasado a un segundo plano... Ahora bien, quien ha quedado más descolocado es el gobierno del presidente Torra, de la Generalidad de Cataluña.

¿Por qué lo digo? Porque las comparaciones son odiosas y uno compara un gobierno y otro y se lleva las manos a la cabeza. De repente, se conoce la verdadera magnitud de la tragedia del presidente Torra. Se puede ver y apreciar a simple vista. Eso duele.

El presidente Torra en la patum de Berga, presumiendo de moderno.

Homenaje a los Badia Bros. en el 80.º aniversario de su muerte (2016).
Lean quién intervino en el homenaje, lean.

Él mismo, Torra, es un segundón de ideología parafascista. Cardona, Badia, Dencàs et Co. son su fuente de inspiración, por no hablar de los centenares de artículos que ha publicado, donde se conoce qué piensa. No hay más que leerlos. Es nacionalista hasta el fanatismo, católico ferviente, neoliberal en lo económico y conservador (por no decir carca) en lo social. Fue escogido a dedo por su antecesor, que, a su vez, fue designado a dedo por uno que también fue escogido a dedo por Jordi Pujol, de quien podría decir mucho, pero nada bueno. Es decir, nadie le votó para ser presidente de la Generalidad de Cataluña; el cargo le fue otorgado por el supremo líder, así, en plan corona de laurel.

Sánchez, en cambio, se enfrentó al aparato del PSOE (que ya es aparato), perdió el cargo, se levantó, ganó unas primarias y ha llegado a donde ha llegado con el voto y el apoyo mayoritario de los militantes de su partido, limpiamente. En lo político, podremos estar o no estar de acuerdo con su ideología, pero no tiene nada que ver con tipos que creían en la superioridad racial, por poner un ejemplo. Ganó una moción de censura contra viento y marea, la primera que se gana desde que tenemos Constitución. Vamos, que ni punto de comparación en el modo de acceder al poder. Ni punto de comparación.

El gobierno del presidente Torra el día de su posesión.
Foto de grupo. El lacito forma parte del uniforme.

En cuanto a los consejeros del presidente Torra, vamos a ver... La consejera de Cultura firmó un manifiesto que defiende que la lengua española ha de desaparecer de la esfera pública y sostiene ante los micrófonos que el castellano (que emplean como lengua materna casi el 60% de los catalanes) es una lengua impuesta. La consejera de Agricultura defiende en voz alta la autarquía de Cataluña, porque no puede ser que los catalanes tengan que comer productos españoles, así, tal cual. Suma y sigue, porque sólo hay que dejarlos hablar para que nos ilustren sobre sus capacidades e ideas y, acto seguido, llevarse las manos a la cabeza. 

¿Tengo que comparar a esta tropa con los ministros de Sánchez? Ahórrenme el trabajo, por favor. Sé que algunos ministros no les gustan o han hecho cosas que quizá no agraden, pero la comparación es avasalladora y los consejeros no salen bien parados.

Ceremonia de la toma de posesión del gobierno de Sánchez.

¡La toma de posesión...! Ahí se resume casi todo. La del gobierno del presidente Sánchez, bastante austera (suele ser la costumbre, también es cierto), y esta vez carente de símbolos religiosos, como es propio de un estado laico. Estaba el rey, me dirán, pero qué monarquía más sosa: ni trono ni corona ni capas de armiño ni nada. Déjenme quejarme: Si tenemos monarquía, que se note, ¿no?

El escenario y la parafernalia de la toma de posesión del gobierno del presidente Torra.
Falta el obispo.

En Cataluña no tiran de monarca, pero el boato que se ahorran ahí lo gastan acá. La toma de posesión de los consejeros del gobierno del presidente Torra fue una orgía de simbología nacional-católica en un acto con mucho aparato. Amarillo por todas partes, en el discurso, en la ropa, en los lacitos; una liturgia religiosa en todos los sentidos. Presidiendo la mesa, un San Jorge del siglo XV (Sant Jordi, para los amigos) que fue sacado del museo para la ocasión. Liturgia patria a paletadas, porque el nacionalismo (y más el nacional-catolicismo de Torra, Pujol et Co.) tiene muchos de los signos distintivos de una religión, adoratriz, en este caso, del Espíritu del Pueblo, y aquello fue la Misa Mayor. Todo muy antiguo.

Qué feo es comparar...

Ahora Sánchez quiere hablar con Torra. Negociar. Poner las cosas sobre la mesa. Torra, mucho me temo, no. Sólo quiere sumar agravios y calentar el ambiente para convocar unas elecciones anticipadas, intentar ganarlas y sostener los cargos y el modo de vida de sus compañeros de viaje. Pero ya no tiene la iniciativa, la ha perdido. Eso es nuevo y veremos qué pasa. Mis opiniones sobre este asunto las reservo para otra ocasión.

1 comentario:

  1. Están en las antípodas los unos de los otros.

    El gobierno de sánchez, constructivista y de perfíl técnico.

    El de Torra, para perpetuar el enfrentamiento y la bronca, sin ningún interés en buscar salidas al bloqueo, y constituido para el autoconsumo de separatistas hiper-ventilados.

    A no ser que suceda otro milagro, creo que tenemos milonga para rato en Cataluña.

    Y mientras tanto, vamos sumando problemas nuevos a los ya viejos, sin que nadie aquí se ocupe de intentar resolverlos. Solo hay que proclamar que todo es culpa de España, y todos satisfechos.

    Saludos.

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