Despedimos 2009 con más o menos melancolía y recibimos 2010 como siempre. Quien dijo que el año nuevo trae una vida nueva estaba, seguramente, bajo los efectos del cotillón y decía memeces. En cuanto a las buenas intenciones, tranquilos, ya pasarán. Se dijeron en un momento de ofuscación y euforia, no cuentan. A mitad de enero ya nadie se acuerda de ellas, y mejor que sea así, porque si no lo fuera, la frustración sería inaguantable el resto del año. Lo que sí que cuenta es lo que contó Horacio, el poeta: cada día, y el siguiente. Vive todo lo que hagas como si fuera la última vez que vayas a hacerlo, dijo. Vívanlo, pues, y disfrútenlo en 2010 y los que quieran venir después. Que les vaya bien.
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