Los bigotes del coronel Morland


Cuentan que en el meollo de la batalla de Austerlitz, el coronel Morland, de los cazadores a caballo de la Guardia Imperial, se lanzó contra los rusos a la cabeza de dos escuadrones y que un balazo se lo llevó por delante. Como suele suceder en estos casos, lo suyo se consideró heróico y el señor Bonaparte en persona ordenó que su cadáver se trasladara a Francia, para que su viuda pudiera enterrarlo con todos los honores. Larrey, el cirujano jefe del Gran Ejército, lo momificó, mediante el simple procedimiento de sumergir al coronel Morland en una gran garrafa de aguardiente, según unos, o de ron, según otros. Envolvieron el paquete y ordenaron enviarlo a la señora viuda de Morland, en París, Francia.

Aquí se tuerce la historia, y existen muchas versiones acerca de ella. Se cree que el paquete cayó en manos de feriantes y titiriteros, que exhibieron a cambio de unas monedas un auténtico coronel de la Guardia Imperial por media Europa, hasta que tuvieron la mala suerte de topar con franceses entre el público. Pero ¿fue así? Unos cuantos eruditos se inclinan a pensar que sí, que eso es lo que sucedió, pero ¡quién sabe!

Lo que está seriamente documentado es el susto que se llevó la señora viuda de Morland, que recibió el paquete muchos meses después de la batalla de Austerlitz, cuando ya no pensaba volver a ver jamás a su querido esposo. Al mencionado héroe le habían crecido los bigotes y la melena de tal manera que le llegaban a los pies y se arrastraban por el suelo. Este suceso forense sería la única manera de datar el periplo de nuestro heroico y desgraciado coronel Morland, que en paz descanse.

3 comentarios:

  1. Un saludo.
    Sobre el destino de los despojos del militar francés Morland, coronel de los cazadores a caballo (al parecer ascendido a general como premio tras su muerte y para que su viuda cobrará una pensión más alta), hay una fiable fuente en las memorias del general Marmont, que en su texto sobre la batalla de Austerlitz cuenta:

    De tous les corps de la garde impériale française, le régiment des chasseurs à cheval était celui qui avait éprouvé le plus de pertes dans la grande charge exécutée sur le plateau de Pratzen contre les gardes russes. Mon pauvre ami le capitaine Fournier avait été tué, ainsi que le général Morland. L’Empereur, toujours attentif à ce qui pouvait exciter l’émulation parmi les troupes, décida que le corps du général Morland serait placé dans un monument qu’il se proposait de faire ériger au centre de l’esplanade des Invalides, à Paris. Les médecins n’ayant sur le champ de bataille ni le temps, ni les ingrédients nécessaires pour embaumer le corps du général, l’enfermèrent dans un tonneau de rhum, qui fut transporté à Paris; mais les événements qui se succédèrent ayant retardé la construction du monument destiné au général Morland, le tonneau dans lequel on l’avait place se trouvait encore dans l’une des salles de l'école de médecine lorsque Napoléon perdit l’Empire en 1814. Peu de temps après, le tonneau s’étant brisé par vétusté, on fut très étonné de voir que le rhum avait fait pousser les moustaches du général d’une façon si extraordinaire qu’elles tombaient plus bas que la ceinture. Le corps était parfaitement conservé, mais la famille fut obligée d’intenter un procès pour en obtenir la restitution d’un savant qui en avait fait un objet de curiosité. Aimez donc la gloire, et allez vous faire tuer pour qu’un olibrius de naturaliste vous place ensuite dans sa bibliothèque, entre une corne de rhinocéros et un crocodile empaillé !. . .
    Lo más probable es que Morland sí fuera embalsamado con urgencia en el tonel. Guardar a los muertos en barriles de ron o aguardiente era práctica común en aquel entonces en los campos de batalla, porque los médicos no tenían tiempo para embalsamar en condiciones cuando había urgencia por atender a los heridos (había miles en Austerlitz), pese a que el cirujano Larrey dijera tal en sus propias (y poco fiables en este punto) memorias.
    Hay varias fuentes sobre esta historia y todas contradictorias. Pero yo me quedo, sin seguridad absoluta, con la versión del gran memorialista Marmont.
    Antonio Boix Pons, profesor de historia.

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    1. Señor Boix, agradezco infinitamente su respuesta y aprecio en mucho el esfuerzo que ha hecho copiando parte de las memorias del general Marmont.

      La historia resultaría inverosímil en una novela, pero es auténtica de pe a pa, aunque, como los dos sabemos, algunos detalles tengan que dejarse en manos de la imaginación, a falta de nada mejor.

      Vuelvo a darle las gracias y le saludo muy atentamente.

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    2. Añado un detalle. Marmont habla del general Morland y yo del coronel Morland. No hay contradicción en ello. El general era el coronel del Regimiento de Cazadores a Caballo de la Guardia Imperial. Quizá resulte confuso para un lector poco acostumbrado a los asuntos militares de la época de Napoleón, pero el cargo de coronel de un regimiento de la Guardia Imperial solía ostentarlo un general.

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