Seis euros al mes. Si el local tiene más de cincuenta metros cuadrados, serán doce. Es lo que tiene que pagar un peluquero por escuchar la radio delante de sus clientes, según la SGAE (http://www.sgae.es/). El asunto salió a la luz cuando el Sr. D. Esteban Criado González, peluquero de L’Hospitalet de Llobregat, recibió la visita de un inspector de la SGAE, que le reclamó un contrato para poder escuchar la radio, coaccionándolo con iniciar actuaciones legales si no firmaba. Así lo denunció en El Periódico el pasado mes de noviembre, en una carta que se ha hecho célebre. El señor Criado no entendía un pijo. Argumentaba que uno acude a él para cortarse el pelo, no para oír música. Otros peluqueros señalan que la radio también emite publicidad, que es ésta la que paga los derechos de emisión, y que escuchar la radio es grátis... o lo era. Pero la SGAE, erre que erre. Paga y calla.
Total, que los peluqueros catalanes se han sublevado. No ponen la radio, ellos, sino sus clientes, a los que piden que traigan la música ya puesta. ¿Se atreverá la SGAE a multar a nadie por escuchar la radio (su radio) en la peluquería? Todo es posible.
También se estudian otras medidas. Una de ellas, reclamar a la SGAE una lista actualizada de todas las canciones que representa, para apagar la radio cuando suene una de ellas y ahorrarse el cánon. La SGAE nunca ha proporcionado esa lista, por cierto. Otra es reclamar derechos de autor por los peinados, tan pronto el cliente aparezca en un lugar público.
No sé cómo acabará todo esto, pero me parece que alguien nos está tomando el pelo, y no es el peluquero.
Total, que los peluqueros catalanes se han sublevado. No ponen la radio, ellos, sino sus clientes, a los que piden que traigan la música ya puesta. ¿Se atreverá la SGAE a multar a nadie por escuchar la radio (su radio) en la peluquería? Todo es posible.
También se estudian otras medidas. Una de ellas, reclamar a la SGAE una lista actualizada de todas las canciones que representa, para apagar la radio cuando suene una de ellas y ahorrarse el cánon. La SGAE nunca ha proporcionado esa lista, por cierto. Otra es reclamar derechos de autor por los peinados, tan pronto el cliente aparezca en un lugar público.
No sé cómo acabará todo esto, pero me parece que alguien nos está tomando el pelo, y no es el peluquero.
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