Il caffè (II)


Nadie prepara el café como los italianos. Nadie. En casa o en un local público, ya sea con la moka (la cafetera italiana o percoladora) o ya sea con la prodigiosa cafetera exprés, nos dan vuelta y media, se ponga uno como se ponga. Los cafés parisinos son famosos por la bohemia, pero beben aguachirle; los cafés vieneses sirven pastelillos emocionantes y gustosos, pero su café es manifiestamente mejorable; en el mejor hotel de Londres beben un café despreciable. ¿Quieren saber cómo puede ser de bueno el café? Vayan a Italia.

Sólo en Italia puede concebirse un café como postre, de lo rico que está. Si uno pide un menú, muchas veces puede escoger entre café y postre y yo, la mayor parte de las veces, sin dudarlo un segundo, pido el café.

Contrariamente a lo que se piensa, un espresso contiene mucha menos cafeína que un café americano, de esos que llaman de calcetín (hechos con una cafetera de filtro) y además es cremoso, aromático y delicioso. Lo relacionado con el café, en general, está cuidadísimo y el resultado salta a la vista. En el cappuccino se calienta la leche al vapor para darle al conjunto un punto de cremosidad exquisito. El ristretto es la esencia misma del café. El macchiato es al cortado español lo que el Paraíso al Purgatorio.

Se puede beber un café magnífico en casi cualquier parte. Si uno acude a Roma, puede tocar el Cielo en dos o tres locales de visita obligatoria. Yo tengo una inclinación sentimental por el Caffè di Sant'Eustachio, muy cerquita de la Piazza Navona, pero otra meca del café es La Tazza d'Oro, tocando a la Piazza della Rotonda (el Pantheon) donde sirven un café que hace llorar de alegría. También tropieza uno con locales como el Caffè Greco. Quizá no sirva un café tan excelente (con todo, bonísimo, exquisito, inmenso), pero recuerden fue fundado hacia 1730, y de café saben más que nadie. Casanovas, Goethe, Lord Byron, Keats, Shelley, Stendahl, Mendelssohn, Buffalo Bill... lo mencionan en sus memorias y escritos, siempre con admiración. Está en la Via dei Condotti, tocando a la Piazza Spagna, y uno no puede morir sin verlo. Que le den, a la Babington's Tea Room de la Piazza Spagna, un lugar de peregrinaje de los románticos anglosajones, que Keats murió en Roma tomando café.

El turista que agota sus fuerzas pateando la Città encuentra el agradable consuelo de un buen café cuando decide tomar un respiro, y el brebaje consigue santificar la bondad de un paréntesis. A fin de cuentas, estamos en Roma.

Enlaces de interés:
http://www.santeustachioilcaffe.it/
http://www.tazzadorocoffeeshop.com/
http://www.anticocaffegreco.eu/
http://www.babingtons.net/

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