Mejor homosexual que catalán



No lo he dicho yo, sino el presidente en funciones de la Generalidad de Cataluña, don Artur Mas, que una vez supo que el Tribunal Constitucional había refrendado que la figura del matrimonio se aplicaba jurídicamente a la unión de dos personas con independencia de su sexo (i.e., aceptaba como matrimonio el matrimonio homosexual), que una vez supo esto, decía, se puso como una moto y afirmó en público que los jueces españoles tenían en mejor consideración a los homosexuales que a los catalanes. A los homosexuales les dan el matrimonio, dijo, y a nosotros nos recortan el Estatuto. ¡Qué gran estadista! ¡Qué discurso tan noble!

No ha sido el único que ha denunciado que los homosexuales son mejor tratados que los catalanes en el Tribunal Constitucional. El actor Joel Joan, que ahora se presenta a sí mismo como intelectual (sic), apareció en televisión y dijo (traduzco): Ahora vemos a los gays y a las lesbianas, que han sido respetados por el Tribunal Constitucional y dan mucha envidia, ¿no? [...] Lamento de veras que en España te puedes operar para cambiar de sexo y no puedes cambiar de nacionalidad. Supongo que el señor Joan no sabe que el Gobierno de España está pensando en retirar la gratuidad de las operaciones de cambio de sexo, precisamente ahora. Lo de cambiarse de nacionalidad es muy fácil: basta con irse a otra parte y pedirla; según donde, costará más o menos nacionalizarse; pueden pedir permiso de residencia, conocimiento del idioma, antecedentes penales, yo qué sé. En el fondo, es un mero trámite administrativo. Eso sí, cada Estado puede proporcionar una y nada más que una nacionalidad, la propia, no la del vecino. Si no fuera así, sería un follón.

El debate sobre si será mejor ser homosexual o catalán es un debate viejo. En octubre del año pasado, en un concurso de Tele 5, se le preguntó a un concursante qué preferiría para un hijo suyo, que fuera negro, homosexual o catalán. El concursante, más espabilado que los señores Mas o Joan, respondió diciendo que con tal que fuera feliz, le daba igual.

Visto el percal, ¿qué piensan los homosexuales catalanes? Poca broma, que son más o menos seiscientos mil votantes.

La Coordinadora de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Catalunya celebró la sentencia del Tribunal Constitucional y agradeció los votos que hicieron posible que se aprobara la reforma del matrimonio. Recordemos que los diputados de CDC (Convergència) votaron a favor, pero los de UDC (Unió), en contra. El presidente honorario de esta asociación, en declaraciones posteriores, consideró indignos (sic) a los diputados del PP y de UDC que votaron en contra de esta reforma.

Dicho esto, sale don Artur Mas y afirma que mejor será ser homosexual que catalán, porque le respetan a uno más siendo lo primero que lo segundo. La coordinadora, que no gana para sustos, ha tenido que volver a poner los puntos sobre las íes.

En un comunicado conjunto de la Coordinadora de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Cataluña; el Casal Lambda; la organización Famílies Lesbianas i Gais, y la FAGC, que son las organizaciones catalanas más representativas de las diversas orientaciones sexuales implicadas en el fallo del Tribunal Constitucional, se declara (traduzco): Que no contrapongan los dos hechos, porque nada tienen que ver y, además, es una obviedad que no es incompatible ser gay, lesbiana o transexual con ser catalán.

Las palabras del presidente en funciones, el señor Mas, se suman a las que han hecho otras personalidades públicas durante los últimos días y se consideran como mínimo desafortunadas. Tal dice el comunicado. En el saco de las personalidades públicas en las que se ha metido el señor Mas se encuentran tertualianos de prensa, radio y televisión de extrema derecha ideológica, de extrema estupidez intelectual o de extremo populismo verbal (las tres cosas no tienen por qué ser una misma cosa), de sobras conocidos, y algunos políticos del PP y UDC, que también tienen la boca demasiado grande.

Si me dejan opinar, yo creo que los firmantes del manifiesto han sido muy comedidos. Yo hubiera dicho que esas palabras son la muestra palpable de su memez y la medida del respeto que sienten esas personas por los demás. Por eso no escribo manifiestos.

Los afectados por las declaraciones intempestivas de políticos e intelectuales de pacotilla no piden una disculpa. ¿De qué iba a servir? Pero piden, citaré, que los candidatos expresen públicamente su compromiso político para recuperar, implementar y aprobar en el transcurso del primer año de la nueva legislatura la Ley contra la Homofobia. No piden poco, con el follón de banderas que se nos va a echar encima. Pero, tranquilos, dicen los convergentes, que cuando se respete más a un catalán que a un homosexual, ser un catalán homosexual será la hostia.

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