Tres vidas de santos


Tres vidas de santos fue un éxito de ventas en 2009. Reúne tres narraciones de Eduardo Mendoza escritas en su primera época, algo despúes y hace poco, de tal manera que uno puede, si le interesa, seguir la evolución formal del escritor. Ha evolucionado, es cierto, pero sigue ocultando la mordacidad y la ironía en un par de adjetivos, como quien no quiere la cosa.

La cultura catalana debe mucho a Mendoza, que ha mantenido en alto el listón de la calidad literaria en Barcelona, pese a la decadencia sostenida y evidente de las buenas letras que se ha visto en estos últimos treinta años, azuzada por una nefasta política cultural. Pero él es un viejo dinosaurio guasón, ahora quizá menos alegre, que provocó mucho interés con La verdad del caso Savolta y que sigue provocándolo. A veces, Mendoza se lanza a escribir obras menores de ventas mayores; puede permitirse ese lujo.

Tres vidas de santos lo he leído con infinita precaución, porque alguna obra del último Mendoza no me había convencido del todo, pero reconozco que me lo he pasado muy bien leyendo los tres cuentos. Son piezas curiosas, no son lo mejor de Mendoza, puede que les falte algo indefinido (novelas en potencia, no llegaron más allá), pero el oficio prevalece y el interés se sostiene hasta el final.

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