Un amigo de toda confianza me ha hecho descubrir un fenómeno curioso. Los escándalos de corrupción en España se reparten a partes aproximadamente iguales entre PP y PSOE, con algunos añadidos locales (PNV, Unió Mallorquina, etc.). El caso de corrupción típico salpica normalmente a personajes de un solo partido, que monopoliza el caso (y los beneficios). Existe un reparto territorial del pastel (esto es mío y esto es tuyo) y a veces, temporal (ahora tú, ahora yo, ahora tú, ahora yo...). Las familias no se mezclan entre sí, ni se les ocurre, excepto en casos de corrupción extrema y desmedida (quizá Marbella).
En Cataluña, en cambio, todo el stablishment participa por igual de los beneficios de la corrupción en todo el territorio y a lo largo de todo el tiempo. Cuentan los sumarios abiertos del caso Pretoria y las hazañas de los señores Millet y Montull que en el pasteleo, el chanchullo, la trampa y el mangoneo todos van a una, y tan amigos todos. La Casa Nostra reúne a diversas familias, pero es toda ella una unidad de destino en lo universal, que dijo ése. O más que un club, que dijo el otro.
En Cataluña, en cambio, todo el stablishment participa por igual de los beneficios de la corrupción en todo el territorio y a lo largo de todo el tiempo. Cuentan los sumarios abiertos del caso Pretoria y las hazañas de los señores Millet y Montull que en el pasteleo, el chanchullo, la trampa y el mangoneo todos van a una, y tan amigos todos. La Casa Nostra reúne a diversas familias, pero es toda ella una unidad de destino en lo universal, que dijo ése. O más que un club, que dijo el otro.
¡Qué observación tan acertada la de tu amigo! El oasis catalán esconde una honda podredumbre que afecta hasta al último de los sentados en el excelso hemiciclo del Parque de la Ciudadela, sin embargo, la herrumbre moral se extiende también por otros sectores, empezando por la prensa del Moviment. ¿Has leído el artículo publicado hoy en La Vanguardia sobre las desdichas de Prenafeta? Lo forman varios párrafos de un libro de próxima publicación, escrito por el susodicho, en los que pretende causar pena solidaria al lector y aprovecha para repartir a diestro y siniestro contra el juez, la policía… La prensa haciéndole la "gara gara" al especulador pillado
ResponderEliminar