La muerte de Caravaggio


El 18 de julio de 1610, en la vecindad de Porto d'Ercole, murió Caravaggio, después de pillar unas fiebres, solo, abandonado, desesperado. En palabras de su biógrafo y enemigo, Baglione, murió tan malamente como había vivido. Se marchó con treinta y nueve primaveras a cuestas y apenas con lo puesto.

Los últimos cinco años de la vida de Michelangelo Merisi han sido un despropósito, una huída, un asco. Todo suma contra él. Roma le quiere muerto y da licencia para que cualquiera le mate, la familia Tomassoni también quiere enviarlo al otro barrio, y los Caballeros de Malta, sin contar con otras afrentas y enemigos que ha ido dejando atrás. Ha sido gravamente herido en Nápoles: unos desconocidos lo han pillado en un aparte y le han hecho una cara nueva. ¿Quién habrá sido? Cualquiera, en una pelea de borrachos, o algún sicario enviado por los malteses, los romanos o váyase a saber quién. Todavía convaleciente de sus heridas, con el rostro lleno de chirlos y alguna costilla rota, embarca en una falúa con todas sus pertenencias, que son poco más que lo puesto y unos cuadros con los que pretende comprar su libertad.

Porque pese a la miseria que le arrastra y le consume, Michelangelo Merisi es Caravaggio, el pintor más celebrado y envidiado de Italia. Cualquiera de sus telas se vende a un precio desorbitado y los coleccionistas se dan de bofetadas por sus cuadros. Los pintores le envidian, le imitan. Michelangelo regresa a Roma, porque le han llegado voces de una amnistía. Median a su favor el cardenal Gonzaga, el Gran Duque de Toscana, la familia Sforza, y ha sobornado con pinturas al cardenal Borghese, hermano de Paulo V, papa, y esos cuadros que le acompañan pagarán muchos otros favores de amigos y enemigos.

Sabemos que la falúa hizo una escala en el camino. En tierra, lo apresaron y lo encerraron en un calabozo, donde pasó dos días. Dos días, una eternidad. ¿Qué hizo para dar con sus huesos en prisión? ¿Se peleó con el capitán de la falúa? ¿Pilló una cogorza desagradable en la taberna del puerto? No falta quien insinúa una conjura para matarle, robarle o ambas cosas a la vez, una conjura que acusa a cualquiera de sus poderosos enemigos. ¡Quién sabe!

Dos días durmiendo la mona, carcomido por la fiebre, en un calabozo infecto. Dos días que lo mataron. Fue salir de la celda y descubrir que la falúa había marchado, llevándoselo todo y dejándole con lo puesto y no más, llevándose los cuadros, los lienzos que había llevado consigo para pagar su vida y su libertad... Dicen que enloqueció, que corrió por la playa bajo el sol de julio en pos de la falúa, que se echó a nadar tras de ella hasta extenuarse, que gritó y lloró y pilló unas fiebres y murió tan malamente como había vivido.

El 28 de julio, un avviso (una especie de periódico de la época) anunció su muerte en Porto d'Ercole, cerca de Grosseto, en la Toscana. Consta en la correspondencia que intercambiaron sus amigos y conocidos que murió el 18 de julio. No se sabe más de su muerte, ni dónde fueron a parar sus huesos. A nadie le importó.

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