El informe que ha entregado la Vigilancia Aduanera de la Brigada Móvil Terrestre de Galicia, que es la policía judicial en el caso Campeón, incluye varios informes de la Agencia Tributaria, que ha investigado la trama financiera del caso. El Diari de Girona ha publicado una de las conclusiones de este informe. Copio: Se ha descubierto la presuntamente (sic) financiación ilegal del partido político CDC, que estaría utilitzando dinero negro para pagar parte de su campaña electoral.
El Diari de Girona explica que las conversaciones grabadas entre dos de los detenidos e imputados, los señores Pastor y Alsina, mencionaban al impresor que trabajaba para Convergència Democràtica de Catalunya (CDC). Era conocido de uno de ellos y comentaban que CDC le había propuesto pagar la mitad de la factura en negro. En otra conversación del señor Pastor con un tercero que no está implicado en el caso, éste volvía sobre el tema, e insistía: CDC no sólo factura en negro, sino que también genera dinero negro. Las dos conversaciones tienen apenas un año y corresponden a lo dicho en junio de 2011.
Curiosamente, gran parte del dinero que obtuvo CDC a través del Palau de la Música mediante el señor Millet fue a parar a la misma empresa impresora en 2009, para exactamente lo mismo: pagar parte de la campaña electoral. Recuerden que, según las pruebas que están sobre la mesa, corren facturas falsas, trabajos no hechos, etc., que ayudaron mucho al cobro de dineros y comisiones para CDC.
Dejando a un lado al Diari de Girona y algún sitio de internet, el resto de la prensa catalana ha mirado hacia otro lado. No se comenta el caso. Silencio... También es casualidad.
En pocas palabras, CDC continuó en sus trece trapicheando con favores a cambio de dinero, para mantenerse en el poder y así poder asegurar un beneficio pecuniario para los suyos. La maquinaria del partido no parece tener otra finalidad que ésta, visto lo visto, y no se molesta demasiado en disimular. La caída de Millet fue un contratiempo, pero prosiguió el saqueo y la corrupción con los mismos actores de siempre. El latrocinio ni siquiera es sofisticado o se oculta tras complejísimas tramas financieras. Qué va. Se trata de un chanchullo vulgar, a ratos soez, entre sinvergüenzas que han visto en la bandera ocasión de forrarse a costa de los demás.
De hecho, siempre que se ondean banderas hay que prestar atención a quién se esconde tras ellas.
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