Editorial Minúscula publica Guerra del 15 (en italiano, Guerra del'15) muy bien traducida por Miquel Izquierdo, de Giani Stuparich. En la portada del libro, la fotografía capta el momento en que la madre de Giani condecora a su hijo con la Medalla de Oro del Valor Militar. La mujer viste de luto porque su otro hijo varón, Carlo, el menor, ha muerto en el frente, durante la guerra.
Giani Stuparich es uno de esos magníficos escritores triestinos con los que la ciudad ha obsequiado al mundo, pariendo más literatura por habitante que muchas otras ciudades europeas. Svevo sería otro de esos grandes escritores triestinos, el Svevo que enseñó a escribir a James Joyce cuando pasó unos años en Trieste, por cierto, aprendiendo a vivir. Stuparich fue durante muchos años profesor de instituto; también periodista. Su mujer, poeta. Entre sus amigos, poetas y escritores de toda Italia. Entre sus enemigos, el fascismo, que repudiaba.
Guerra del 15 se publicó en 1931. Stuparich dejó pasar bastantes años antes de atreverse a presentar una especie de dietario de sus dos primeros meses de soldado en el frente, que apenas modificó antes de publicarlo. En 1915, Trieste era austríaca, aunque su población quería ser italiana. Los dos hermanos Stuparich se escaparon de Trieste, se llegaron a Italia y cuando estalló la guerra, se presentaron voluntarios para liberar su pequeña patria del yugo austríaco. Fue un héroe, fue herido en combate... En principio, el fascismo no tenía por qué recelar de un libro así, escrito por alguien que sacrificó mucho por la Patria, así, con mayúscula.
Stuparich, sin embargo, se aleja de las heroicidades y se presenta como un hombre que en apenas sesenta días casi pierde la humanidad. Sin pegar un tiro, va de aquí para allá, de trinchera en trinchera, de miseria en miseria, esperando a que lo mate un obús del enemigo. Del paseo triunfal de los primeros días al barro de las trincheras, de la alegría del voluntario al terror y al egoísmo del veterano. Etcétera. El fascismo difícilmente podía censurar este libro, pero no podía estar muy contento de él, porque no presenta la guerra con sus mejores galas, precisamente.
Stuparich tiene una prosa magnífica. El relato contiene frases y escenas que merecen un aplauso cerrado. Es capaz de encontrar y describir la belleza en medio del horror, como también es capaz de mostrar el proceso, el triste proceso, de degradación que sufre el soldado en el frente. Parecerá más belicista que antibelicista cuando uno se pone a leer; cuando llega al final del libro, sin embargo, sabrá que Stuparich abraza la humanidad y rechaza la guerra, sin duda alguna.
Es un texto muy recomendable.
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