Nos quieren recortar hasta el pesebre



El Obispo de Roma, antes doctor Ratzinger y hoy Benedicto XVI, ha publicado un libro sobre la realidad histórica del nacimiento de Jesús y la virginidad de María. Se titula La infancia de Jesús y es una obra más teológica que propiamente histórica, por mucho que se diga. La realidad histórica a la que se refiere cabe en poco más de una línea. Sabemos que existió Jesús, más o menos cuándo y en consecuencia, tuvo que nacer. Los detalles del suceso no pertenecen a la Historia, son desconocidos para un arqueólogo.

El docto Ratzinger, pues, intenta casar la teología con la historia. Por mantenerse fiel a esa realidad histórica, permítanme la cursiva, que se inclina sin ánimo de ofensa, sostiene que el Cristo nació en el año 15 del imperio de Tiberio César, entre el 6 y el 7 antes de Cristo (nació antes de nacer, milagro). Su nacimiento coincidiría con la conjunción astral de los planetas Júpiter, Saturno y Marte y con el estallido de una supernova, que fue la que hizo de estrella de Belén.

Ésta, la primera. Luego, sin poner en duda la Inmaculada Concepción, cuestiona algunos asuntos de la tradición virginal de María. Va más allá y se vuelve iconoclasta. Ni pesebre ni buey ni mula ni nada, dice. Eso no es más que literatura. La realidad histórica dice esto, lo otro y lo de más allá. ¡No digo nada de los Magos! El pesebre, a tomar viento. La prosa germana aplastando a la poesía latina. En Nápoles, patria de los belenes, les va a dar un soponcio.

No quiero poner en duda la docta palabra de Su Santidad en esta materia, Dios me libre, pero se armó el belén. El pesebre viene con Niño, mula, buey, ovejitas, gallinitas y todo un zoológico infantil al que sumar los camellos y los caballos de los Reyes Magos, que eran tres, Melchor, Gaspar y Baltasar, uno negro, uno blanquísimo y el otro, mitad y mitad, más una estrella con cola, pastorcillos, lavanderas y en Cataluña, un pastorcillo que caga detrás de un matorral, el caganer. Dicen que llegó tarde al pesebre por culpa de un apretón y se quedo sin poder adorar al Niño por ceder a la tentación de la carne y aliviarse. Lo del cagón en el pesebre da para mucha literatura, pero ahí está.

Ahora vienen los alemanes y nos quitan los bichos del pesebre y los Magos, también. Los niños mediterráneos, que tendrán menos juguetes este año por culpa de las tijeras, se quedarán contemplando al cagón, pastor sin ovejas, cabras, gallinitas, mula y buey. Vacío y solitario, el paisaje no tendrá ni pesebre, será un arenal desierto y vacío. Por no haber, no habrá ni estrella, ni Niño, pues el Cristo nació en la Maternidad, como los demás niños.

Del cagón no ha dicho nada Su Santidad, por no ofender a la patria catalana, aunque me da que tampoco será una realidad histórica de los tiempos de Jesús. Ahora bien, podría serlo de estos tiempos que corren y nos ha tocado vivir, porque viendo la que ahora mismo está cayendo, hay para cagarse, y perdonen ustedes.

Amén.

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