No apto para su uso en el trópico


Un crucero auxiliar era un buque mercante adaptado para realizar largas correrías por los siete mares contra la flota mercante enemiga. Se le armaba con cañones, minas y torpedos y se hacía a la mar para regresar, con suerte, meses y meses después. El éxito de un crucero dependía de la audacia del capitán y la suerte de la tripulación, del sigilo, de la astucia, de la inteligencia y sobre todo, de la fortuna. Hubo capitanes a los que se juzgó por crímenes de guerra, pero los hubo que fueron aplaudidos tanto por amigos como enemigos.

Los cruceros auxiliares se aproximaban a sus presas con disimulo, haciéndose pasar por quienes no eran. Los cañones estaban camuflados, se levantaban falsas chimeneas y se pintaba el buque con los colores de una naviera neutral. Cuando la presa se daba cuenta, ya era demasiado tarde. Se destapaban los cañones, se arriban banderas y un tiro de aviso ordenaba detener el buque e interrumpir las emisiones de radio. Algunos mercantes eran capturados, pero la mayoría, hundidos. Se invitaba a los tripulantes enemigos a abandonar el barco y luego se desfondaba con explosivos o se hundía a cañonazos.

A finales de agosto de 1940, el Orion intentaba atravesar el Océano Índico de vuelta a casa, después de haber hundido a cuatro buques mercantes en el Pacífico. Pero pintaban bastos, porque el último buque enemigo, el Turakina, había ofrecido resistencia y radiado su posición. Dos veces había sido avistado por aeroplanos británicos. Convenía desaparecer del mapa cuanto antes. El capitán, Kurt Weyher, ordenó que el Orion pasara por un mercante japonés (Japón entonces era todavía neutral) y la tripulación puso manos a la obra. Pintaron todo el buque de negro, la superestructura en blanco, y grandes banderas japonesas a los costados. Faltaba, sin embargo, el nombre del buque, en grandes letras kanji, a ambos lados. Resultó que nadie sabía nada de kanji.

Eran hombres de recursos. Llevaban consigo una película de Fu Manchú, para matar el aburrimiento, y copiaron el texto que aparecía en un fotograma de la película. Pintaron, con grandes ideogramas blancos, que se veían desde muy lejos, la siguiente leyenda: No apto para su uso en el trópico. Engañó a los británicos... y a los japoneses. Cuando un crucero japonés le dio el alto y le preguntó por el nombre del barco, Weyher (que seguía sin saber qué había escrito) respondió que se trataba de una estratagema para desconcertar al enemigo. El buque japonés, desconcertado, les dejó pasar.

Muchas aventuras más siguieron la singladura del Orion. Regresó a casa el 20 de agosto de 1941, después de 510 días de crucero, 127.000 millas de singladura y 77.000 toneladas de buques enemigos echadas a pique (16 barcos).

1 comentario:

  1. ¡Qué gran anécdota!

    Muchísimas gracias, Luis.

    Otros buques empleados en la guerra marítima en el Mediterráneo fueron los caiques armados, como el Dolphin o el Escampador, comandados por Mike Cumberledge. Tanto daño hizo a los alemanes este peculiar marino que acabó sus días en la selecta prisión de Colditz donde fue fusilado tres días antes de la rendición alemana. Una pena.

    Un abrazo

    ResponderEliminar