Una temporada en Venecia


Se ha puesto de moda publicar relatos breves, a uno por libro. Los autores se seleccionan con mucho cuidado y nos ofrecen historias muy recomendables. Tal es el caso de Una temporada en Venecia, de Wlodzimierz Odojewski, que publica Minúscula, traducido por Katarzyna Olszewska Sonnenberg, y perdonen si me he equivocado al escribir los nombres, que no es para menos.

Es un relato de infancia que transcurre a finales de verano de 1939, en Polonia. La Venecia del título será la mezcla de un deseo, un accidente y mucha imaginación, y no diré más. Sí, sí, lo sé, que no falte mencionar el fin de la inocencia, como siempre en estos casos, porque así salen niños es lo que toca. Pero creo que no ése el meollo del asunto, ni mucho menos. El lector adivina ese final de la infancia, cómo no lo va a adivinar, pero no viene al cuento, y nunca mejor dicho.

Narrar el mundo con ojos de niño no es fácil. Un mal paso y el autor se precipita en un abismo de cursilería, dándose de narices con una insoportable ñoñez. Además, el melodrama espera a la vuelta de la esquina, dispuesto a clavar el diente a todo lo que se mueva. Un mordisco y ¡adiós! Odojewski salva tantos peligros con un relato en tercera persona, sobrio, formal y distante, pero efectivamente poético. Bravo por Odojewski.

Una temporada en Venecia es un relato que se lee en un pis pas y se recuerda mucho tiempo después. Es una lectura amable y delicada, un refrigerio apetecible, casi saludable. No será un plato principal, pero ¿y qué? ¿Acaso importa?

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