Aquí todo lo hacemos a lo bruto. No podemos dejar que se vaya el verano de puntillas, sino que tenemos que echarlo a patadas, con grandes aspavientos. Llueven diluvios, truenan las nubes, las avenidas de agua barren lo que encuentran a su paso y la tramontana se encarga de expulsar el poco calorcito que nos queda después del festival. En la oficina, el verano es algo que sucedió hace mucho tiempo, apenas ayer.
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