Mi Capilla Sixtina


Una de las actividades propias de las vacaciones es arreglar los desaguisados que cometen el tiempo y los elementos contra el apartamento de la familia, que anda un tanto abandonado. Estos días me sentí propiamente un Miguel Ángel, ocultando los desperfectos que habían ocasionado unas goteras. Primero, rascar; luego, tapar los agujeros, preparar el techo y la pared; finalmente, pintar. Mi Capilla Sixtina, con Juicio Final incluído.

Mis críticos desaprobarán mis pretensiones artísticas, pero si la caca de Manzoni o el orinal de Duchamps están en los museos, no veo por qué no mi Fresco Acrílico en Blanco Satinado a modo de Capilla Sixtina no puede aparecer en los libros de Historia del Arte. Que venga Gombrich y me explique por qué no.

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