Tecla, la eterna finalista

Medio en serio, medio en broma, se cuenta que santa Tecla es la patrona de la informática, por eso del teclado y tal. Lo cierto es que los informáticos y afines no tuvieron patrocinio hasta 2001, cuando, en la reunión de decanos y directores de Escuelas Técnicas y Superiores de Ingeniería Informática del 23 y 24 de abril de 2001 en Córdoba (España), se decidió que el patrón de los ingenieros en Informática fuera san Ramon Llull (o Ramón o Raimundo Lulio), que es Doctor Illuminatus. Se celebra su fiesta el 27 de noviembre y así quedó dicho, escrito y aceptado por las más altas instancias.

El postulado de santa Tecla había perdido la batalla del patrocinio de los informáticos, pero todavía quedaba internet. El Vaticano quería cubrir lo más pronto posible dicho patrocinio, para que los católicos pudieran encomendarse a alguien si fallaba el router. Se postularon tres candidatos: san Isidoro de Sevilla, santa Tecla de Iconia y san Pedro Regalado.

San Isidoro de Sevilla, sabio y escritor, poco tuvo que hacer en la contienda. Los méritos de santa Tecla y san Pedro Regalado superaban con creces los de su enciclopédica Etimología, por poner un ejemplo. La Iglesia no tenía mucha fe en internet como depositaria de la cultura.

Era la oportunidad de Tecla de Iconia, hija de Teoclia, que jugaba con ventaja. De entrada contaba con el apoyo de Pablo de Tarso (san Pablo), uno de los grandes, al que conoció cuando predicaba en Iconia, el 48 dC. Quedó prendada de Pablo de tal modo que le dijo a su prometido de entonces que podía irse a freír espárragos. El cornudo acusó a Pablo de hechicería. Pablo fue apresado y encarcelado, y Tecla sobornó con sus joyas a los carceleros, liberando a su nuevo héroe. Pablo y Tecla huyeron y no volvieron a separarse hasta el final de sus días, que pasaron predicando aquí y allá. Cuenta la leyenda que llegaron a predicar en Tarragona, lo que explica las fiestas de Santa Tecla el 23 de septiembre.

Cuando decapitaron a Pablo en Roma, Tecla marchó a Seleucia, hoy Siria, donde siguió predicando hasta que la capturaron y la sometieron a terribles tormentos, y aquí comienzan los otros méritos de la santa, los de su martirio. Son, a saber:

Fue lanzada a un foso lleno de víboras y bichos repugnantes, la mayoría venenosos, que la respetaron. La ataron a dos bueyes, para despedazarla, pero éstos perdieron su fuerza. La colocaron en una pira, para quemarla viva, pero el fuego se apartó y, caramba, quemó a los verdugos. Quien juega con fuego... Al final, la echaron a los leones, que lamieron sus heridas y la sanaron.

Después de tanta afición por hacerla daño, los jueces la dejaron libre y Tecla se refugió en una cueva, donde quiso dedicarse a la oración a jornada completa. Pero la cofradía de verdugos del lugar tenía otros planes. Contrató a unos soldados y les encargó la misión de ultrajar a su esquiva víctima. Viendo la que se le echaba encima, Tecla oró para librarse del nuevo tormento y permanecer pura. Se explicaría mal, porque acto seguido se derrumbó la cueva y aplastó a todos, moros y cristianos. Sólo se salvó del aplastamiento el brazo de Tecla, que inició un viaje extraordinario. Pasando por Armenia, cuentan, acabó en Tarragona, donde todavía se venera.

Con estos méritos ¿quién iba a quitarle a ella el patrocinio de internet?

Pues un tal Pedro Regalado.

Copiaré un texto de Marcelo González, San Pedro Regalado, en Año Cristiano, Tomo I, Madrid, Ed. Católica (BAC 182), 1959, pp. 710-716. Que no se diga. Dice así:

En el último período de su vida, años 1445 al 56, el Regalado vive ya sumergido plenamente en el océano sin límites de la contemplación divina. Sin abandonar nunca sus rigurosas prácticas ascéticas, ayuno diario, total abstinencia de carne, intensa flagelación corporal, se ve favorecido y goza de extraordinarios dones místicos. Su piedad tiene tres vertientes principales: la Eucaristía, la devoción a la Santísima Virgen y el recuerdo de la pasión del Señor. Particularmente esta última le atraía con fuerza irresistible. Muchas noches, en el cerro del Aguila, próximo al convento, se le podía ver practicando el ejercicio del Vía-crucis con una pesada cruz de madera sobre sus hombres, soga al cuello y corona de espinas en su frente.

La Virgen María, siempre tan amada en la Orden franciscana, se llevó también el corazón del gran penitente, y ella anda mezclada en uno de los más famosos milagros de su vida, recogido por cierto en el proceso de canonización. En la madrugada de un 25 de marzo, fiesta de la Anunciación, hallábase rezando maitines en el convento del Abrojo, y sintió especial deseo de venerar a María en la iglesia de La Aguilera, a ochenta kilómetros de distancia, la cual había consagrado él a este dulce misterio. Y al instante fue transportado por los aires en brazos de los ángeles, guiado por una estrella que representaba a la Madre del cielo. Satisfecho su piadoso deseo, fue igualmente devuelto al Abrojo sin que los frailes hubiesen advertido su ausencia. Este prodigio es el que ha servido para inspirar la iconografía del Santo.

Con el don de la ubicuidad, san Pedro Regalado venció en el patrocinio de internet, dejando a santa Tecla como eterna finalista en esta clase de postulados.

Por cierto, san Pedro Regalado es también el patrón de los toreros.

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