Avant la letre, y perdonen ustedes, una confesión. A mí, el arte contemporáneo... Desde el orinal de Duschamps que no... En fin, que cuanto más contemporáneo, peor. Modestia aparte, no será por falta de cultura y sensibilidad. Será por falta de educación. Ahora mismo, soy de los que piensa (de los que sostiene, mejor dicho) que el arte (muy) contemporáneo es poco más que una tomadura de pelo, como la filosofía de Lacan, pongamos por caso, y que el Arte ha muerto... o puede que lo estén matando, todavía no lo sé. Quizá, como Gombrich, piense que el arte no existe, que sólo existen artistas. Queda dicho.
Menciono estos límites de mi sensibilidad y conocimiento porque la Fundación Stämpfli-Art Contemporani se dedica al arte (muy) contemporáneo. La perdonamos, porque, he aquí la buena noticia, ha escogido Sitges como sede y expone en el antiguo Mercat del Peix la pinacoteca de su propiedad. La noticia es bonísima, aunque un servidor de ustedes pille tortícolis delante una de las obras expuestas, buscándole sentido, significado o un qué, simplemente.
Ahora en serio, el arte (muy) contemporáneo es una asignatura pendiente en nuestro país y el señor Sfäm... Spam... Stämpfli (perdón), ha cometido una empresa meritoria, y es de agradecer que la haya resuelto en Sitges. Este caballero, suizo de nacimiento, suburense de adopción desde 1970, ha creado una fundación que ahora mismo expone cuarenta obras de treinta y tantos artistas (Arroyo, Bertini, Monory, etc.) y pronto expondrá una veintena más, muchos de ellos donaciones de los propios artistas. Algunos exponen por primera vez en España. Será un pequeño resumen de la obra pictórica europea de los últimos cuarenta o cincuenta años, y hay que añadir que un fondo como éste es muy difícil de encontrar no ya en Cataluña, sino en España.
Las escuelas pictóricas representadas son muy diversas, lo que suma interés a la exposición. Hay muchos ismos: surrealismo, neorrealismo, cinetismo... También cosas como la figuración narrativa, el pop-art o el yo qué sé (expresión que sólo se emplea entre críticos de arte en la más estricta intimidad). Es decir, un fondo interesantísimo y selecto que, pese a todo lo que he dicho, recomiendo visitar.
El señor (a ver si ahora me sale) Stämpfli merece nuestro aplauso y nuestro reconocimiento, y podemos estar todos de enhorabuena. Especialmente, en Sitges.
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