Hace ya cincuenta años que el cosmonauta soviético Yuri Alexéievich Gagarin fue introducido en un cohete y lanzado al espacio, del que regresó 108 minutos más tarde después de orbitar la Tierra. De nuevo, los soviéticos pasaron la mano por la cara a los norteamericanos, que seguían fabricando cohetes bajo las instrucciones de Werner von Braun.
Otros muchos han seguido el camino de Gagarin, astronautas y cosmonautas de diversos países y ambos sexos han viajado al espacio, a veces juntos... pero ¿revueltos?
Corre el rumor, el chisme, que nos cuenta que se ha practicado sexo en el espacio. ¡Con fines científicos, naturalmente! O porque tanto tiempo en órbita, dos personas solas, tan lejos de casa... El asunto tiene su interés, porque ¿cómo se hace eso en estado de ingravidez, flotando en el laboratorio espacial? ¡Lo nunca visto! Los amantes ¿se sujetan con gomas elásticas para poder proseguir con el fornicio? ¿Qué postura es la más favorable, cómoda o pausible en esas condiciones? La ingravidez ¿cómo afecta a los amantes? En fin, que son tantas las preguntas que uno se emociona ante la cantidad de misterios que la ciencia todavía tiene que desvelar y la técnica, mejorar.
Ha llegado a tanto el rumor que, por enésima vez, los rusos han respondido de manera oficial y contundente, que sus cosmonautas no han tenido sexo en el espacio, y lo ha dicho Valeri Bogomólov, que es uno de los jefazos del Instituto de Problemas Médico-Biológicos de la Academia de Ciencias de Rusia (puesto que, en efecto, el sexo espacial es un problema médico-biológico, dígase así).
Está bien, doctor Bogomólov, los rusos no... ¿Y los americanos? No tenemos datos oficiales al respecto, ha respondido.
Así está la cosa.
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