Si no se cree, no se cree


En Cataluña, el PIB por habitante en 2010 es aproximadamente el mismo que en 2005, y supera los 27.000 euros. Si uno hace la cuenta de la vieja, una familia media catalana tendría que tener una renta bruta anual de aproximadamente 100.000 euros, estadística mediante. Pero el 70% de las familias catalanas ingresó menos de 35.000 euros en 2009; la mitad de las familias se apañan con menos de 25.000 euros al año y la tasa de paro se ha multiplicado por tres desde 2006, sumando 680.000 catalanes sin trabajo en 2010. Además, la llamada tasa de riesgo de pobreza se acerca al 20%.

En pocas palabras y para que se entienda, la riqueza está mal repartida y estos años de bonanza desaforada, de chanchullos y corrupción inmobiliaria, han incrementado muchísimo la riqueza de algunos y han dejado a los demás peor de como estaban. ¿De quién ha sido la culpa? Nuestra, de todos, por verlas venir y mirar hacia otra parte.

Dicho esto, véase esto otro, que es la política fiscal del actual Gobierno de la Generalidad de Cataluña.

En primer lugar, suprime el impuesto de sucesiones a las 4.000 familias más ricas del país, y deja de ingresar 150 millones de euros (el tristpartit ya había dejado de ingresar alrededor de 500 millones). Muchos euros para tan pocas familias, pero piensen que una sola de ellas, la Carulla-Agrolimen-Palau de la Música, por ejemplo, está acusada de evadir más de 135 millones de euros de impuestos en apenas tres años, y lo que no sabemos.

En la línea, el president Mas prometió a los empresarios asumir más riesgos, que, para que se entienda, implica no apretar tanto en las inspecciones de trabajo y renovar de oficio (i.e., sin inspección previa) las licencias ambientales, sanitarias o de seguridad que las empresas tenían que renovar periódicamente. Se trata de reactivar la economía y racionalizar la administración, dijo don Artur Mas. Que cada uno piense lo que quiera, pero a mí me parece una barbaridad.

La última es de ayer mismo, del conseller de Economía y Conocimiento. Declaró a Europa Press que pretendía rebajar los impuestos a las rentas superiores a los 120.000 euros y suprimir el impuesto de donaciones (que se da entre las mayores fortunas). En el mejor de los casos, la medida beneficiaría a 50.000 catalanes, a siete de cada mil, los siete más ricos, naturalmente. Dijo que era un compromiso de esta legislatura y cuando uno da la palabra, la cumple.

Se han dado prisa en corregirlo... pero no en desmentirlo. Lo haremos cuando pase la crisis, ha manifestado un portavoz del gobierno. Aquello del donde dijo digo digo Diego, pero también aquello de las orejas del lobo.

La poda de la sanidad, la educación y los servicios sociales que benefician a los que tienen menos se justifica difícilmente si uno, mientras tanto, suprime impuestos a los que tienen de sobra y algo más... o se justifica plenamente si uno no cree en el papel del Estado como garante de los derechos y el bienestar de la mayoría de los ciudadanos, ni su papel en defensa de la meritocracia y la igualdad de oportunidades. Éstos no son los mejores, pero no son tontos. Perdón, no son tan tontos. Son neocones furibundos y fanáticos. No creen en la res publica, y si no se cree, no se cree, y venga el 3%, que hay prisa.

3 comentarios:

  1. Molt interessant.
    En tot cas, se sap de tota la vida que CiU és de centre-dreta, amb diferents ànimes i sensibilitats.
    Em sembla encara pitjor que el mateix ho facin els governs que s'autoetiqueten d'esquerres, com Zapatero i companyia -altres governs regionals-.
    Aquesta política fiscal l'està aplicant tothom sense excepció, ja des de temps de Felipe González. Una vergonya.

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  2. Saps quin és el problema, cara Sandra? Que tens tota la raó, que els fets ens demostren que no hi ha una clara distinció entre els uns i els altres, i que portem molt de temps així. Si no, no s'explica què va passar amb l'habitatge, per exemple. Dit això, discrepo en una cosa: CiU "era" de centre-dreta, fa molt de temps. Ara és un grup polític clamorosament "neocon" i "neoliberal", en el pitjor sentit dels termes.

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  3. De nuevo, la solución es, sin duda, la independencia...

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