Pedos de dinosaurio

Tengo dudas sobre este asunto.

La primera, sé que la coprología estudia los excrementos de los animales, sus heces; pero no sé si esta disciplina pertenece a la coprología o no.

La segunda, que no sé exactamente cómo se llama el estudio del peer animal, que es el arrojar o expeler la ventosidad del vientre por el ano. Podría utilizar la raíz latina del sustantivo pedo, peditum, y ser pedología o, mejor, peditología. Pero también podría basarse en la forma latina del verbo peer, pedere, y sería entonces pederelogía. Si empleásemos el sustantivo griego, podría ser clanialogía, en su forma más vulgar, o panitariología, más culta; el verbo griego peerse nos daría la forma perdonalogía o perdología. ¿Con cuál me quedo? ¿Cuál es la forma más universalmente aceptada?

¿Alguno de mis lectores podría ilustrarme sobre estos delicados asuntos?

Dicho esto, el estudio de los pedos reviste una considerable importancia en los tiempos que corren. Porque esta ciencia trata, en esencia, con el metano. El metano es inodoro, invisible, insípido, está compuesto por un átomo de carbono y cuatro de hidrógeno y es combustible. Formaba una parte importante de la atmósfera primigenia de la Tierra, pero también se genera en la descomposición de sustancias de origen biológico. Está, pues, presente en el inicio y en el fin de los seres vivos.

La ventosidad que forma un pedo nace en las bacterias que descomponen los alimentos en el intestino, y esa ventosidad es casi toda metano. Como el metano produce un efecto invernadero veinticinco veces más potente que el dióxido de carbono, el estudio del pedo es, en resumen, el estudio del impacto de la fauna sobre el clima. ¡No está mal!

Sí, incrédulos: el metano es insípido. Si huelen los pedos es porque existen trazas de otras sustancias. La más pestífera de todas es el ácido sulfhídrico, que proporciona al pedo su olor característico. Cuanto más azufre esté presente en el pedo, peor huele éste. Por eso consta que un pedo de colifor es apestoso, mientras que la abundante ventosidad que genera un plato de alubias no lo es tanto, porque la coliflor contiene más azufre que las alubias. Ciencia aplicada, sapiencia y olfato a partes iguales.

Para que se hagan a la idea del volumen de metano que tenemos entre manos, una persona adulta sin sobrepeso genera un litro de metano al día, que expele en forma de pedos. Según los tratados al uso, lo normal es echarse unos catorce pedos al día, que pueden ser cuescos (si hacen ruido al salir por el ano) o traicioneros, que se escabullen en silencio.

Tanto pedo todo el día y resulta que el estudio científico del pedo está en pañales. La ciencia poco puede decir sobre la verdadera influencia del metano animal en la climatología. Se habla mucho del metano generado por la ganadería, que aportaría hasta una cuarta parte de los gases de efecto invernadero de origen antropogénico. Pero nadie habla del metano procedente de los pedos de las hormigas. Si la generación de metano es proporcional al alimento ingerido, las hormigas del mundo peen más que todas las vacas que imaginarse puedan. El peer fórmico ¿afecta al clima? En definitiva, un ámbito de la investigación que nos proporcionará muchas sorpresas y abundantes descubrimientos.

Ahora podemos leer la última aportación a tan apasionante debate en el número 9 (volumen 22) del 8 de mayo de 2012, de la revista Current Biology, que ha publicado un artículo de David M. Wilkinson (Universidad John Moores de Liverpool), Euan G. Nisbet (Universidad de Londres) y Graeme D. Ruxton (Universidad de Glasgow) titulado Could methane produced by sauropod dinosaurs have helped drive Mesozoic climate warmth? Es decir: ¿Pudo el metano producido por los dinosaurios saurópodos facilitar el calentamiento de la atmósfera durante el Mesozoico?

A decir de los autores, sí. Los saurópodos mesozoicos seguramente fueron huéspedes de simbiontes metanogénicos microbianos (i.e., bacterias en las tripas que ayudaban a descomponer los alimentos y generaban ventosidades). Los autores se atreven a afirmar (literalmente) que la emisión de metano de los saurópodos habría sido considerable. En otras palabras, imagínense el pedo de un braquiosaurio, un herbívoro tan grande y pesado como un autobús. O el cuesco de un tiranosaurio.

Los autores sostienen que tal cantidad de metano expelido por los anos de los dinosaurios fue una de las causas que explica el calentamiento del clima en el Mesozoico... y no se descarta que el metano dinosauriogénico hubiera sido uno de los factores que facilitó su extinción. ¡Tanto peer no podía ser bueno!

Hay que ser precavidos con todas estas hipótesis. Los mismos autores del estudio reconocen haber utilizado una aproximación cuantitativa bastante simple para estimar la magnitud del peer saurópodo. El modelo empleado sostiene que los dinosaurios del Mesozoico echaban al aire 580 millones de toneladas de metano al año. Al cambio, un poco más que los pedos de todo el ganado de hoy en día. De ahí que nos convenga tanto saber si es cierto que los pedos de los dinosaurios ayudaron a su extinción o cambiaron el clima de su época. Todo se andará. Pero ¿verdad que no imaginaban que el estudio de las ventosidades fuera tan interesante?

1 comentario:

  1. La noticia la había oído en la radio, pero no he podido parar de reír con el vídeo!!!

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