Subastas de miedo

No todo el mundo sabe que El grito (Skrik, en noruego) no es un cuadro, sino cuatro; mejor dicho, lo pintó cuatro veces. El autor, Edvard Munch, era noruego. Por eso, tres de los cuadros están en Oslo, Noruega: uno, en la Galería Nacional; dos, en el Museo Munch. Los tres han sido robados alguna vez, y uno de ellos tiene daños irreparables en la parte baja del cuadro porque el ladrón lo dejó sobre un charco antes de subirlo a la furgoneta con que se dio a la fuga (¡aficionados...!). La cuarta versión, la última, permanece en manos privadas y nadie la ha robado nunca, pero salió a subasta el pasado miércoles. Durante setenta años había pertenecido a los Olsen, pero Petter Olsen acudió a Sotheby’s por ver cuánto le daban por el cromo. Su padre había sido amigo de Munch, de ahí que tuviera El grito en casa.

Petter Olsen habrá quedado satisfecho. El grito de los Olsen ha batido la marca del precio más alto jamás pagado en una subasta por una pintura, llegando a los 119,9 millones de dólares, que son unos 91 millones de euros, ahí es nada y lo demás, propinas.

Ha sido tal la fama de esta locura que otra subasta ha pasado desapercibida, una subasta notable en todos los sentidos, de la que quería hablar.

El pasado 30 de abril, en el Museo de la RAF de Hendon, Reino Unido, la casa Bonhams (fundada en 1793) subastaba automóviles de colección y objetos relacionados con el automóvil. Las estrellas de la subasta, en precio, fueron un Bentley S Continental Sports Saloon de 1957 (vendido por 191.900 libras esterlinas), otro Bentley con un motor de tres litros, modelo Speed Tourer de 1924 (por 163.900 libras esterlinas), un AC 428 Coupé de 1969 (77.660 libras esterlinas), etc.

Sin embargo, la pieza más notable fue un Austin Mini Se7en De Luxe Saloon de 1959, con la matrícula XLL 27, el número de chásis AA2S7/108 y el número de motor 8AUH-908. Se vendió por 40.250 libras esterlinas, algo más de 44.000 euros al cambio. Contemplen la máquina en la fotografía. ¡Qué belleza!

¿Qué tiene de especial este Mini, que nos ha llamado tanto la atención? ¿Por qué pagar 44.000 euros por semejante montón de chatarra?, preguntará más de uno. Ah, cuánta incultura...

Un coleccionista le explicará que éste es el Mini más antiguo del que se tiene noticia en estado original. Sólo se conocen tres Minis más antiguos. Uno, con la matrícula 621 AOK, pertenece a la colección de automóviles del museo de Gaydon; los otros dos se encuentran en Japón. Estos tres vehículos han sido restaurados y uno de ellos (uno de los japoneses) ha sido convertido en descapotable (un crimen aberrante). Pero éste, no. Éste está tal cual como lo construyeron.

Conserva la botellita de agua que servía de depósito a los limpiaparabrisas, la pintura color crema original (Farina Grey, la llamaban), sólo ha corrido 30.041 millas (unos 50.000 kilómetros) y no le falta de nada, excepto las alfombrillas, que no han sobrevivido. Los aficionados valorarán que la revista Classic & Sports Cars le dedicara seis páginas (seis) el agosto pasado. Seis páginas en Classic & Sports Cars... Una vez, las consiguió el Bugatti Tipo 57 Royale Coupé Kellner, y porque era un Bugatti.

Una joya del automóvil, vamos.

Luego va el noruego y nos chafa la noticia vendiendo el Munch a algún millonario pasado de vueltas. Aunque El grito, reconozcámoslo, también merece nuestra admiración. Lástima que no llevara cambio encima.

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