No se aceptan gordos


El deporte siempre fue visto como una preparación para la guerra.

Los antiguos decían mens sana in corpore sano, dando a entender que uno sólo podía ser un buen ciudadano si podía atender a sus deberes militares. Luego se torció el sentido original del dicho, dando a entender que sólo aquél que cuida de su cuerpo sabrá cuidar de su mente, y viceversa. Esta segunda interpretación se leería en Roma como la negación del alma: eres un cuerpo y nada más que un cuerpo; si el cuerpo enferma, enfermarás tú; lo moralmente (socialmente) indecente es ser tullido, feo o inútil, pues tal será tu cuerpo, tal será tu mente.

Damos fe, Sócrates era feo.

Además, Nietzsche estaba chiflado.

Es un lema cruel. En el basa Nietzsche su famosa refutación a Sócrates: Sócrates era feo (a fe que lo era, feísimo). A ojos de un ateniense, lo que dijera Sócrates sólo se antojaba ridículo, argumentó Nietzsche, porque era feo, contrahecho, deforme. Que los griegos hicieran caso a Sócrates en vez de burlarse de él no provocó la decadencia de Grecia, sostiene Nietzsche, sino que Grecia ya era decadente y por eso fue posible que Sócrates se hiciera oír.

¿La insignia de las Hitlerjugend?
¡No! ¡La insignia de la BSA!

No sé qué piensan los Boy Scouts of America (BSA) de Sócrates, de Nietzsche o de la grandeza del pensamiento clásico. Sólo sé que no toleran ni gordos ni maricones entre sus filas, y perdonen ustedes la manera de decir las cosas. Porque tanto unos como otros echan por tierra esa identidad entre la salud del cuerpo y de la mente. El juramento scout obliga al juramentado a mantenerse físicamente fuerte, mentalmente despierto y moralmente recto. Excluye a gordos, bonachones y maricones, a los libros de Baden Powell me remito. El colmo de un scout es uno gordo, tontorrón y medio niña. Nada hay que aborrezca más un boy scout.

¿Dónde empieza la caricatura y dónde acaba el ideario de la BSA?

Hace poco, los Boy Scouts of America (BSA) se atragantaron con el abuso de menores por un lado y la discriminación de los homosexuales en sus filas por el otro. Pueden ampliar ambos asuntos en:

Ahora les toca el turno por meterse con los gordos.

La obesidad es un problema en los EE.UU. El 17% de los menores lo son. Faltan hábitos saludables y medios para sostenerlos, pues el problema azota especialmente a las clases menos favorecidas. El pobre de los EE.UU. es, por regla general, un gordo. No puede acceder a la alimentación más sana (más cara), no puede apuntarse a un gimnasio ni tiene tiempo de practicar deporte, vive hacinado en apartamentos y no en casitas con jardín, es discriminado laboral y personalmente por su aspecto... y por los boy scouts.

La Jamboree de 2013 no es apta para gordos.

Fíjense. Cada cuatro años, los BSA celebran un Jamboree, una especie de congreso scout. Se juntan miles de chavales de la organización paramilitar y juegan a correr por el monte y disparar contra el enemigo. Uno de los juegos de este año será caminar cinco kilómetros hasta la cima de un monte donde (cito) les espera una suntuosa barbacoa.

Pero los gordos no podrán jugar. No queremos llevar hasta el cansancio a nuestros participantes, dice la BSA. Como los gordos se cansan, les estará vetada la barbacoa, correr por el campo y pegar tiros. Por motivos de seguridad, dice la BSA. Requerimos a los participantes que tengan un estado físico saludable, añaden. Porque (cito de nuevo) queremos enseñar la importancia de llevar una vida equilibrada y sana. Así es: si no se lleva una vida equilibrada y sana (de cuerpo y alma), a la puta calle. Aquí sólo juegan los guapos. Así se van a enterar, seguro.

Jamboree de Nuremberg, los años treinta. Ni un gordo, fíjense.

Tampoco se ven gordos en las jamborees soviéticas.

La BSA dice que (cito) con esta medida deseamos que los Scouts disfruten del aire libre y se desafíen a cada paso, y claro, añado yo, con un gordo no se puede. Siempre soplando, bufando, jadeando y quejándose. Es el portavoz de la BSA añade: Queremos subrayar la importancia de las tres ces, corazón, carácter y ciudadanía, y queremos enseñarlo estos días. Pero los gordos no tienen corazón, sólo piensan en lo mucho que les cansa correr como burros de arriba abajo; tampoco tienen carácter, porque si lo tuvieran, no estarían tan gordos; en cuanto a ser buenos ciudadanos, ¿qué puede esperarse de alguien tan egoísta y caprichoso como un gordo? ¡Que les den!

No se lo van a creer. No han sido los niños gordos los que se han quejado, sino los padres.

Quedarse sin el campamento scout este verano es la liberación de un niño gordo. Es librarse del maltrato físico y mental al que uno se ve sometido por los flacos. Es dejar de pasar vergüenza, es evitar constantes humillaciones y dejar se sufrir la crueldad de quien tendría que ser tu amigo. Cuando los scout gordos se han enterado, han sonreído para sus adentros.

Club de lectura de verano para niños, en EE.UU.
Aquí no se discrimina por volumen.

Los padres, no. Los padres se han sentido humillados. Sus hijos han sido señalados y por ahí no pasa un padre como Dios manda. Un portavoz de los padres (ofendidos) de niños gordos ha dicho que los organizadores de la BSA deberían permitir que los chicos con sobrepeso participaran, al igual que hicieron hace poco con los niños homosexuales (sic). Ser gordo ¿es como ser homosexual? En cualquier caso, ¿por qué podrá jugar un maricón a soldaditos y mi hijo, que sólo está gordito, no? ¡No hay derecho!

La ley americana dice que la BSA, al ser una organización particular, puede discriminar a quien le dé la gana, pero que si ejerce la discriminación por razón de sexo, creencia religiosa, orientación sexual, etc., no podrá gozar de ninguna ayuda pública. Muchas empresas americanas niegan el patrocinio a las organizaciones que practican algún tipo de discriminación. La financiación de la BSA ya están sufriendo por culpa de los homosexuales y los pederastas ¿y ahora salen con los gordos? Discriminar a los gordos ¿aleja las subvenciones públicas? Ay.


Ojalá se dé cumplida venganza a tantos miles de niños que han sufrido vejaciones, burlas y acoso por parte de sus compañeros exploradores, ya sea por ser gordos, llevar gafas, ser canijos, torpes o melindrosos, tener granos en la cara, cecear, tartamudear, tener miedo alguna vez, ser poco espabilados o más inteligentes que la media y un largo etcétera de razones que convirtieron los campamentos de verano o las clases de gimnasia en un suplicio. Los que han pasado por experiencias semejantes a manos de supuestos amigos y compañeros aplaudirán este deseo y suscribirán mi alegría. ¡Que les den! ¡A ellos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario