Con merecidas razones, la denuncia de UGT de Cataluña ocupa las primeras páginas de los periódicos. Según las estadísticas, anuncia el sindicato, 154.000 jóvenes catalanes entre los 16 y los 24 años de edad ni estudia ni trabaja (suman poco más del 23% de los jóvenes de esa edad). El total de jóvenes en esa situación se ha incrementado un 365% desde 2004 (se ha más que triplicado en seis años). Más leña: el 94% de estos jóvenes desocupados no tiene ni la ESO (enseñanza secundaria obligatoria). Son prácticamente chusma, una generación perdida, embrutecida y condenada a trabajos precarios y mal remunerados, de poco valor económico, social o personal. En pocas palabras, hemos arrojado una cuarta parte de nuestro futuro por la borda, y no parece preocuparle a nadie excepto hoy y por el qué dirán.
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