Fin de fiesta


El santo en casa, pero la fiesta, en pie. Será por muy poco tiempo más, pero se planta el público delante del Ayuntamiento, pues sabe que ahí se guardarán gigantes y bestias. A su paso, reclaman los últimos pasos de baile, que jalean todos. Lo que se improvisó hace unos años, se ha institucionalizado hasta el punto de poner tarimas para los grallers de los gigantes (¿dónde se ha visto?). El balcón de los munícipes, lleno a rebosar, y la plaza. Las bestias escupen fuego, los gigantes bailan de dos en dos y de cuatro en cuatro hasta que los geganters ya no pueden con su alma. Fin.

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