La churrería


Hace unos años, durante la primera mitad de agosto se montaba una feria en el Paseo Marítimo, más o menos a la altura de la estatua del Greco. Barracas de tiro, tómbolas, autos de choque, caravanas, olor a fritanga y voces altisonantes que anunciaban muñecas chochonas. Una feria cutre como las de antes, llena de luces y colores, pero también de quiero y no puedo, de pasen y vean, de escopetas de aire comprimido con el cañón torcido y ruletas trucadas.

Quién sabe si fue la estética o fueron los impuestos municipales. De la feria a los pies de la estatua del Greco no se ha vuelto a saber, pero ha sobrevivido una churrería con luces de neón, que se asienta más allá del Chiringuito y hace (literalmente) su agosto en Sitges.

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