La moka es una herramienta imprescindible del bon vivant. Se levanta uno por la mañana, echa mano del café, muele el grano, llena de agua el depósito, de café molido la tacita, cierra la moka, la pone al fuego y espera pacientemente a que el olor del café recién hecho dé los buenos días. Una pequeña ceremonia cotidiana, un arte, la mejor forma de empezar el día. La cafetera percoladora, la moka, es un invento de la Francia napoleónica. En aquellos tiempos, las cafeteras percoladoras eran de cerámica; luego, de metales esmaltados. Tuvimos que esperar un siglo y cuarto la genial ocurrencia, milagro y maravilla de la moka de Bialetti.
En 1919, Alfonso Bialetti pone en marcha en el pueblecito de Crusinallo una fábrica de piezas de aluminio semielaboradas. Poco después, nace Alfonso Bialetti & Co. Fonderia, en Conchiglia, que ya fabrica productos acabados en aluminio, para su venta directa. Entonces, en 1933... descúbranse y saluden... Alfonso Bialetti lanza al mercado la cafetera Moka Express, una cafetera percoladora de aluminio. De ahí al cielo de la fama universal. En Italia llaman moka a las cafeteras; en casa decimos una cafetera italiana cuando vemos una moka; etcétera. He ahí el milagro de Bialetti. En los años cincuenta, el omino con i baffi (el señor de los bigotes), un dibujo de Paul Campani, se convierte en el reclamo publicitario de Bialetti y en una leyenda de la publicidad italiana. Hoy el Gruppo Bialetti Industrie... digamos que no lo pasa muy bien.
Me cuenta mi corresponsal en Roma, Sandra Buxaderas, y así lo explica en un artículo en el diario Avui (15 de agosto), que Bialetti ha cerrado su fábrica en el Piamonte. Diego della Valle, hoy su principal accionista, ha procurado dos años de sueldo a los 118 trabajadores de la fábrica y se ha comprometido a buscarles otro trabajo, pero a partir de este verano las piezas de la mítica moka se fabricarán en Rumanía, en China o donde salgan más baratas.
Dicen que esta crisis es cosa de las cafeteras exprés que se alimentan de capsulitas de plástico. Si es así, la magia se está yendo a hacer puñetas, ya ven ustedes, y los buenos días serán prefabricados y envasados al vacío.
En 1919, Alfonso Bialetti pone en marcha en el pueblecito de Crusinallo una fábrica de piezas de aluminio semielaboradas. Poco después, nace Alfonso Bialetti & Co. Fonderia, en Conchiglia, que ya fabrica productos acabados en aluminio, para su venta directa. Entonces, en 1933... descúbranse y saluden... Alfonso Bialetti lanza al mercado la cafetera Moka Express, una cafetera percoladora de aluminio. De ahí al cielo de la fama universal. En Italia llaman moka a las cafeteras; en casa decimos una cafetera italiana cuando vemos una moka; etcétera. He ahí el milagro de Bialetti. En los años cincuenta, el omino con i baffi (el señor de los bigotes), un dibujo de Paul Campani, se convierte en el reclamo publicitario de Bialetti y en una leyenda de la publicidad italiana. Hoy el Gruppo Bialetti Industrie... digamos que no lo pasa muy bien.
Me cuenta mi corresponsal en Roma, Sandra Buxaderas, y así lo explica en un artículo en el diario Avui (15 de agosto), que Bialetti ha cerrado su fábrica en el Piamonte. Diego della Valle, hoy su principal accionista, ha procurado dos años de sueldo a los 118 trabajadores de la fábrica y se ha comprometido a buscarles otro trabajo, pero a partir de este verano las piezas de la mítica moka se fabricarán en Rumanía, en China o donde salgan más baratas.
Dicen que esta crisis es cosa de las cafeteras exprés que se alimentan de capsulitas de plástico. Si es así, la magia se está yendo a hacer puñetas, ya ven ustedes, y los buenos días serán prefabricados y envasados al vacío.
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