Jordi Llovet es (mejor dicho, era) un catedrático de Letras de la Universidad de Barcelona que se retiró en 2008, abrazándose a una prejubilación. Ha publicado hace poco un libro, Adéu a la universitat (Adiós a la universidad), que muchos esperaban con impaciencia y no pocos con cierto temor.
El autor se despide de sus vivencias universitarias, que intenta relatar con sorna e ironía, pero también reflexiona sobre el futuro de la universidad y las humanidades, con extremo pesimismo. En resumen, pinta mal para la institución y para las letras, según el señor Llovet.
La primera mitad del libro se lee inesperadamente bien, y digo inesperadamente porque las autobiografías me inspiran poca confianza. Sin embargo, la biografía de uno mismo es aquí una excusa para plantear problemas que nos afectan a todos, aunque no seamos de letras. En la segunda mitad, el señor Llovet carga contra los acuerdos de Bolonia y mucha pedagogía basada en nuevas tecnologías. Comprendo (muchas veces, comparto) su punto de vista, pero alguien que no pertenezca a la universidad o que le importe ésta bien poco (pongamos por caso, alguien del gobierno), se aburrirá al leer tanta pasión y tanta insistencia en los peligros de Bolonia o internet.
Pero, dicho esto, añado que sus reflexiones merecen ser leídas, y que se leen bien. Fíjense en quién lo dice, porque el señor Llovet es más bien hegeliano y discípulo, dígase así, de la Escuela de Frankfurt, y vérmelas con un hegeliano y no salir corriendo es cosa de mérito. Pero el señor Llovet expone lo que resulta obvio, y reflexiona sobre ello, aunque disguste a más de uno.
Si les interesa saber hacia dónde vamos, léanlo.
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