Atención. Con una inversión pública por habitante superior a la media española, Cataluña arrastra un tercio de la deuda de todas las Comunidades Autónomas (entre 40.000 y 50.000 millones de euros) y está entre las tres que menos invierte en educación, servicios sociales y sanidad pública. En términos absolutos, es la más endeudada. En términos relativos, la segunda o la tercera, según se mida.
En estos últimos años, ha sido la Comunidad Autónoma que más ha incrementado (porcentualmente) el total de trabajadores que se han quedado sin empleo, la que, estando en la cola, más ha reducido el gasto sanitario por habitante, en términos absolutos y relativos, la que soporta las listas de espera para tratamientos médicos e intervenciones quirúrgicas más larga de España...
La industria se está derrumbando. Ni la burguesía catalana ni los poderes públicos han sabido promover la innovación tecnológica. La burguesía se ha manifestado conservadora, corrupta e inmovilista, más preocupada por proteger que por abrirse al mundo. La empresa catalana competía gracias a la mano de obra barata (inmigrante), pero la obertura de la Unión Europea hacia el Este y la globalización han puesto en evidencia la mala, malísima, política industrial del país estos últimos treinta años. En otro orden de cosas, el sistema financiero catalán no supo recuperarse después de Banca Catalana y los negocios de La Caixa se gestan en las sedes de las multinacionales españolas (que no tienen patria).
Mientras tanto, los cargos políticos o los directivos de las empresas públicas catalanas cobran mucho más que en cualquier otra parte. A modo de ejemplo, el año pasado el presidente de la Diputación de Gerona todavía era el cargo público mejor pagado de España y el presidente de la Generalidad de Cataluña cobra más del doble que el presidente del Gobierno de España, sin contar las decenas de miles de euros de dietas que ingresa cada año. El número de asesores y directivos crece sin parar, se multiplica, y no existe control sobre el dispendio que supone tanta asesoría, supuestamente inútil.
Sin embargo, los funcionarios y los empleados públicos catalanes estaban entre los peor pagados de España. Los inspectores de Sanidad, Consumo, Industria, etc., por ejemplo, cobraban entre un 25 y un 30% menos que los inspectores de otras Comunidades Autónomas. En medicina, la diferencia es mucho más notable. El jefe de un servicio de cirugía de un hospital público es posible que no se lleve a casa 1.600 euros al mes, mientras el director del hospital, un abogado elegido a dedo, que no sabe nada de médicos, se lleva a casa ocho veces más.
La política de recortes de la función pública, la sanidad, los servicios sociales y demás ha reducido el poder adquisitivo de los trabajadores públicos catalanes, que ha caído en picado (algunos auxiliares administrativos podrían cobrar una cantidad inferior al salario mínimo interprofesional). Eso sí, la reducción de salario es equitativa: le reducen el 5% a un directivo que cobra 120.000 euros al año y a un administrativo que cobra 12.000. Al primero no le reducen las dietas, pero al segundo... Bueno, simplemente no tenía. Ya ven, a todos lo mismo, equitativo...
En cuanto a la corrupción de los cargos políticos y la malversación de los caudales públicos, el panorama es desolador, tremendo. Sólo los últimos meses tenemos los escándalos en la Asociación Catalana de Municipios, en el Instituto Catalán de la Salud, en la Diputación de Barcelona, en Medio Ambiente... Si son capaces de hacer memoria, pueden sumar los nombres de Pretoria, Palau, Millet, Montull, Reus Innova, Prats, Matas, Bagó, Spanair, Carulla, Colomines, Fundació Trias Fargas, Prenafeta, Alavedra, Colom... ¡Y no se olviden del 3%!
El malgasto ha sido notable y público, y nadie ha dicho nunca nada. El señor Benach se gastó 9.000 euros en poner un televisor y un reposapiés en su coche oficial, y con coche oficial a mano, seguía cobrando las dietas de viaje, manda güevos. El señor Saura se gastó millones de euros (en plural) en disponer los muebles de la nueva sede del Departamento de Interior del paseo de Sant Joan, Barcelona, según la gilipollez del feng-shui, mientras los mossos d'esquadra tenían que comprarse los chalecos antibalas por su cuenta y riesgo.
¿Qué hay del déficit fiscal? ¡Hablemos de Hacienda! Cataluña es la región de la Europa de los 15 donde menos impuestos pagan los que más tienen, y donde más pagan los asalariados y pensionistas. A eso le llamo yo déficit: una empresa catalana paga menos impuestos que un administrativo que trabaja en ella; un miembro de la sociedad civil catalana paga menos impuestos que yo. Además, un tercio del fraude fiscal español se da en Cataluña. ¡Un tercio...! ¿No querían déficit? Aquí lo tienen.
Podríamos hablar de racismo, también. Nos ayudarían las declaraciones de Coll i Alentorn, Pujol, Ferrusola, Barrera, Anglada, Duran i Lleida... Siempre hemos sido racistas, al menos algunos: los murcianos, los andaluces, los moros, los negros, los sudacas... Pero menos de un millón de catalanes pueden presumir de más de tres abuelos nacidos en Cataluña.
La cultura se ha ido por el desagüe. De ser ejemplo y motor de la cultura en España hemos pasado a ser provincianos. La Generalidad de Cataluña invierte más en el F.C. Barcelona que en equipamientos culturales, a las cifras me remito. La industria editorial se está yendo a Madrid o, directamente, a freir puñetas. Los escritores catalanes mejor considerados alrededor del mundo sufren el ostracismo de las autoridades en su propia casa. El teatro... De cine, mejor no hablemos. ¿Qué artista catalán vivo merece un reconocimiento internacional en cualquiera de las artes? ¿Qué artistas de fama internacional vienen a trabajar a Cataluña atraídos por su riqueza cultural? ¿Cómo era la situación hace treinta años? Comparen.
En éstas, el único proyecto que alguien saca de la chistera para sacar adelante el país es un complejo de casinos y hoteles del señor Adelson, reconocido mafioso, con causas judiciales pendientes alrededor del mundo que incluyen complicidad en homicidio. De ser la región más industriosa y moderna, más rica y dinámica de España y del Mediterráneo occidental, hemos pasado a ser los que se bajan los pantalones delante de un especulador de Las Vegas. Fantástico.
Mal que nos pese, y mal que nos ha pesado, ya lo ven, el partido alrededor del cuál gira y ha girado la política catalana es Convergència Democràtica de Cataluña, artífice de gran parte de esta realidad cotidiana. Pues, este fin de semana celebra su congreso.
Tal como están las cosas, nada puede hacerse en Cataluña sin pasar por esta formación política, que ha sido la que ha construido la Cataluña contemporánea, la que nos ha tocado vivir, la que la ha conformado. Pues, vean de lo que trata el congreso de marras. Tal como está el patio y de lo único que se preocupan es de la transición nacional, que es algo así como hablar del sexo de los ángeles con los turcos en las murallas.
Eso sí, mucha transición nacional y mucho cuento, pero, por favor, sin romper con el Partido Popular, porque aquí nadamos y guardamos la ropa y lo que importa no es la patria, sino el bienestar de los patriotas, que son unos y no los otros.
Pues, qué mierda.
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